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Actualizado: 29 de julio de 2025
Se humillaba Ana a los designios de Dios, pero no por esto desaparecía el disgusto de sí misma, ni el valor para seguir la lucha se recobraba.... Contribuían estos desfallecimientos nocturnos a contener los progresos de la piedad, que el Magistral procuraba despertar con gran prudencia, temeroso de perder en un día todo el terreno adelantado, si daba un mal paso.
Y la vejiga, con todas sus entrañas anexas, desaparecía al fin en las profundidades del vientre, mientras dos mozos, con la agilidad de la costumbre, cosían la piel. Cuando el caballo quedaba «arreglado», con bárbara prontitud, le echaban un cubo de agua por la cabeza, libertaban sus piernas de la trabazón de las correas y le daban unos golpes de vara para que se pusiera en pie.
Desde las primeras palabras de los actores, la joven comprendió que no podría interesarse en lo que pasaba en la escena. Su atención no se sostenía, a pesar del interés de la pieza, la calidad de los actores y la amenidad de una sala tan selecta. Todo lo que allí había, gente, ruido, luces, desaparecía ante su preocupación.
Tanasio subía al alto aposento y Celipín se acurrucaba sobre haraposas mantas, no lejos de las cestas donde desaparecía la Nela.
Debo advertirle a usted que ya hacía tiempo el estado de Julia me inquietaba. Había hecho respecto de ella muchas reflexiones que he pasado en silencio porque el interés por la preocupación de aquella personita, siendo muy verdadera mi afección por ella, desaparecía lo confieso envuelto en el movimiento egoísta de mis propios rompederos de cabeza.
Entonces desaparecía yo por cierto tiempo, avergonzado de mí mismo, furioso de impotencia y cuando volvía a ella con mejores ideas e intenciones de arrepentimiento, parecía no comprenderlas al igual que no había advertido las otras. Todo esto sucedía en medio del torbellino del gran mundo que aquel año se prolongó hasta muy entrada ya la primavera.
Ester se había amaestrado por largo tiempo en el arte de sufrir en silencio: jamás respondía á estos ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálida mejilla y después desaparecía en las profundidades de su alma.
Desaparecía en los últimos peldaños el extremo de las elegantes faldas, cuando sonó una tos que todos conocían en la casa. Era el tío que llegaba, anunciándose, como siempre, con un carraspeo que le cortaba las palabras, y que, según doña Manuela, sólo tenía por objeto el darse tiempo para pensar las contestaciones.
Durante un segundo tuve el sentimiento extraño de que debía retroceder, huir a toda prisa, sin tregua ni reposo hasta que me sintiera protegida por la distancia. Toda mi inquietud acerca de Marta desaparecía ante esa angustia misteriosa que me oprimía la garganta hasta ahogarme.
La rica talla, algún tanto churrigueresca del retablo, desaparecía bajo una espesa capa de polvo y de telarañas, y las varias imágenes que ocupaban las hornacinas parecían tener esa palidez lívida que indica en los hombres lo supremo del espanto.
Palabra del Dia
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