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Actualizado: 4 de mayo de 2025
En vano me empeñé en transmitir al papel las impresiones que en mí produjo aquella carta; en vano luché por expresar la emoción de mi alma hondamente conmovida, la emoción sublime que señoreada de mi espíritu anudaba mi lengua, humedecía mis ojos y paralizaba mi pensamiento. Desalentado, rendido de cansancio, me tendí en el lecho.
Desalentado nuevamente, pensó: ¿Para qué? María Teresa no me ama, y yo no puedo modificar su corazón. La última vez que había visto a la joven fue en la estación del ferrocarril de Saint-Lazare. Cinco semanas hacía que los Aubry habían partido para Etretat, por haber aconsejado el médico que el convaleciente tomase los aires del mar.
Estando en esto, entró un muchacho corriendo y desalentado, y dijo: El alguacil de los vagabundos viene encaminado a esta casa; pero no trae consigo gurullada. Nadie se alborote dijo Monipodio ; que es amigo y nunca viene por nuestro daño. Sosiéguense; que yo le saldré a hablar.
El catedrático se preocupaba ahora de los misterios del azar, y Spadoni estaba convencido de que encontraría algo mejor que todo lo que llevaban inventado los simples jugadores. Pero su esperanza se desvaneció ante el gesto desalentado de Novoa. Mire usted esta baraja: unos cuantos pedazos de cartón, ¡y sin embargo, resulta inmensa como el universo!
El plan de ataque consistía en cañonearlas primero, sin disparar un tiro de fusil, y tomarlas después a la bayoneta cuando fuera posible calcular que la artillería había destruido las defensas y desalentado a los combatientes.
La esterilidad de los trabajos filosóficos no ha desalentado á los investigadores: esto manifiesta que en el último término de la investigacion, se divisa un objeto de alta importancia. Sobre las cuestiones indicadas han cavilado los filósofos de la manera mas extravagante; en pocas materias nos ofrece la historia del espíritu humano tantas y tan lamentables aberraciones.
Aquel hombre poderoso pedía que le compadeciese. ¿Qué pediría él, que llegaba impulsado por una vergüenza de familia?... Dupont cayó desalentado en su asiento, la cabeza entre las manos, con la facilidad con que pasaba su carácter de la acción desordenada e impetuosa al anonadamiento cobarde. Suspiraba, con tristeza: ¡La familia!... ¡la familia!...
Pero esta vez, las palabritas dulces, no le hacían ningún efecto; sin concluirla la guardó, y quedóse cavilando sobre la relación de Jacinto, desalentado ante la gravedad de la lucha; él iba a la conquista de la felicidad y de la fortuna, al asalto, al escalamiento, como tanto guerrero intrépido de la época. ¿Por qué no había de hacerse rico, por un golpe audaz de la suerte?
Juan, desalentado, apoyó sobre el muro su cabeza aniquilada. María Teresa que lo miraba, le dijo, sin comprender el verdadero motivo de aquel súbito desfallecimiento: Usted se fatiga demasiado; no trabaje más esta noche, se lo ruego. Vea, mi padre duerme, es inútil que usted se quede a velar toda la noche.
Me sentí desalentado y triste; comprendí que aquel amor que poco a poco iba apoderándose de mi alma, era un delirio, una locura que me arrastraba hacia la ingratitud y la infidelidad. ¡Pobre niña desgraciada, huérfana, víctima del infortunio!
Palabra del Dia
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