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Actualizado: 8 de mayo de 2025
No hay una sola persona en el baile que no sepa que tu mujer está durmiendo a estas horas con el duque de Tornos. El joven quedó como si le hubieran dado con un mazo en la frente. Se puso densamente pálido. Trató de agarrar a la infame máscara para arrancarle la careta; mas no le fué posible. Doña Brígida se había escabullido como una anguila por entre la gente.
Dormía en una inmovilidad absoluta, con los ojos entreabiertos y el rostro densamente pálido. Cuando a las tres de la tarde salió de aquel profundo letargo, supo, sin asombro alguno, que su esposa se había marchado en la diligencia de Lancia. Después de desahogar su ira la hija de Osuna, siguió por la calle del Cuadrante abajo, riendo todavía nerviosamente algún tiempo.
El majo se estremeció, se puso también densamente pálido. ¡Por tu vida, Soledad, no me repitas esa palabra!... ¡Mira que te pierdes y me pierdes!
A pesar de la poca claridad que había, la vi ponerse densamente pálida. ¡Ya me lo sospechaba! exclamó con voz ronca y extraña, que me asustó . ¡No había de gustarte una chica tan hermosa! Tú también le habrás gustado a ella, como si lo viera... ¡Lucido papel me habéis hecho representar!
De trecho en trecho humeaban al sol los estanques como inmensas cubas, conservando en el fondo un resto de vida en movimiento, un hormigueo de salamandras, arañas y moscas de agua en busca de rincones húmedos. Había allí un aire hediondo, una bruma de miasmas densamente flotante, que innumerables torbellinos de mosquitos espesaban.
Hizo un esfuerzo sobre sí misma para pensar en otra cosa. Mirando a su doncella en el espejo observó que estaba densamente pálida. Volvióse para mejor cerciorarse, y le dijo: ¿Te sientes mal, chica? Estás muy pálida. Sí, señora manifestó la doncellita algo confusa. ¿Las náuseas de otras veces? Creo que sí. Pues, anda, vete y que suba Concha. ¡Es raro!
¡Amor mío! exclamé olvidado de todo para no pensar más que en ella; ¿has podido creer que yo iba a dejarte para ir de caza? Pero entonces, Rodolfo... ¿vas acaso?... Sí, en busca de esa fiera, de Miguel en su guarida. Flavia estaba densamente pálida. Ya ves, pues, querida mía, que no soy el amante ingrato que suponías. Pero no permaneceré ausente mucho tiempo. ¿Me escribirás, Rodolfo?
Palabra del Dia
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