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Actualizado: 25 de junio de 2025
Dejándolos en su buena y merecida reputacion, prefiero el del Retiro en Madrid, ménos suntuoso sin duda, pero mas agradable, mas natural, mas espontáneo, sin carecer por eso de bellas obras de arte, que adornan las alegres calles de árboles y las cercanías del enorme estanque establecido en el centro.
Por eso, antes que con el público, estos artistas insignes dieron últimamente en la feliz ocurrencia de ponerse de acuerdo con la junta directiva del baile, que, en honor de la verdad, casi siempre ha accedido á respetar los días festivos, dejándolos para dar culto á Talía y Melpómene, visto que la saltarina Terpsícore no se ha de ver desairada aunque toque á función en noche de Difuntos.
Se abrochaba su vestidillo humilde diciendo: «Ya tengo otra vez la librea de la miseria». Eponina salió, dejándolos solos. De repente Isidora se fue derecha hacia Miquis, y cruzando las manos delante de él, le dijo con acento de intenso dolor: «¡Amigo, estoy desesperada! ¿Qué tienes? le preguntó él, sintiendo ante aquella pena y aquellas lágrimas una cobardía dulce. ¡Estoy desesperada!
Un sinnúmero de coches particulares y de berlinas de punto cubrían más abajo la ancha carretera, galopando en dirección a la plaza; y al través de ellos, dejándolos atrás en seguida, corrían desbocados los ómnibus, mientras los que iban encima, sin miedo a estrellarse, embriagados por la carrera vertiginosa, saludaban con gritos de alegría a los que iban dejando en pos de sí.
13 Y dejándolos, volvió a entrar en el barco, y se fue a la otra ribera. 14 Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco. 15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. 16 Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
-Todo podría ser -dijo el cura. Y, dejándolos, se volvió adonde estaba Dorotea, la cual, como había oído suspirar a la embozada, movida de natural compasión, se llegó a ella y le dijo: ¿Qué mal sentís, señora mía? Mirad si es alguno de quien las mujeres suelen tener uso y experiencia de curarle, que de mi parte os ofrezco una buena voluntad de serviros.
Además de Miguel, que comía todos los domingos en casa de su tío, había otros dos señores convidados, los cuales conversaban en un rincón. A juzgar por la confianza que D. Bernardo y su señora hacían de ellos, dejándolos solos, debían ser amigos íntimos, de la casa.
Los primeros son pocos, relativamente, y menos peligrosos que los segundos, pues que, desde los primeros pasos, la policía los conoce y les corta las alas, ya no dejándolos al aire sino mientras llevan una vida honrada, que para ellos es la miseria, el hambre, la falta de queridas y de goces, u obligándoles a emigrar. Montevideo, el Brasil, Europa, Méjico y la América del Norte son su salvación.
En esto se presentó el Sultán a la cabeza de sus continuos y más allegados, y sin detenerse a oír los pormenores del caso, ni las sospechas que sobre él podrían concebirse, ni los diversos planes que debieran formarse para averiguar el origen de tal atentado, y poniendo al lado los consejos, las reflexiones, los dictámenes y las sabias medidas que sus entendidos consejeros le proponían, y dejándolos a éstos en sus entretenidas disensiones y reyertas, se precipitó por las calles del bosque, frenético de rabia y lleno de zozobras.
Dejándolos luego exclamó: ¡Traedme mi vestido! ¡Traedme mi dengue, mi saya de estameña, mis corales!... ¡No quiero más estos trapos! Y con tal ímpetu comenzó á despojarse de su rico traje que en vez de quitárselo lo desgarraba. La seda crujía entre sus dedos robustos de paisana. Al cabo entró en su cuarto y pocos instantes después salió vestida de aldeana.
Palabra del Dia
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