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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
Si pido a usted un servicio... un gran servicio que sólo usted puede prestarme, ¿querrá usted? Ciertamente, si puedo hacerlo... y... ¿Y qué?... Y si no hace falta para ello faltar a ningún deber. Por sus labios pasó y se desvaneció la sombra de una sonrisa no exenta de lástima.
El administrador, para cumplir con su deber, no ha hecho bastante con administrar... a su modo, sino que ha debido impedir que otros roben a sus amos..., a los que le daban de comer..., a los que le han hecho rico..., más rico que yo. ¡Señora!...
»Señora: Los oficiales y los alumnos embarcados a bordo de la Náyade cumplimos un penoso deber al unir nuestro pesar al dolor bien legítimo que le causará la pérdida del comandante Chermidy.
El conferencista considera como un deber escribir un libro que demuestre su agradecimiento, un libro concebido a través de gratos recuerdos, y que resulta ampuloso y glorificador como una oda de encargo oficial.
Antes de abandonar el pueblo, cumplamos con el deber de consagrar un cariñoso recuerdo á su ilustrado párroco, D. Santiago Ojeda, sacerdote indígena, de grandes virtudes y no escasos conocimientos.
En la escena siguiente se desenvuelve esta lucha, que atormenta el alma del joven, cuando Ximena, que le habla desde un balcón, le hace oir la voz del amor, y la aparición del Conde lo exhorta al cumplimiento de su deber; la presencia de su anciano padre pone término á sus vacilaciones.
Nadie como los hombres que se dedican a la enseñanza tienen tanto interés en conocer la mentalidad de la sociedad en que viven y a la que tienen el deber de educar.
Caudillo, tribuno, ora cacique de barrio, ora diplomático de alto vuelo el primero; el segundo, soldado. ¿Soldado, con la religión del deber; el primero, bajo la disciplina, soldado, según la idea moderna y exacta?
Se ve entonces que el rigor y la crueldad, desplegada por los españoles contra las religiones distintas de la suya, eran sólo efecto de falsas ideas, con arreglo á las cuales era hasta un deber ahogar los sentimientos naturales cuando se trataba de los herejes, y que su fanatismo, deplorable hasta lo sumo y causa de tales extravíos, no excluyó, por otra parte, las emociones más nobles y delicadas, ni la caridad y filantropía.
Consumíase la pobre mujer presa en su jergón, penetrada súbitamente de la ternura que sienten las madres por sus hijas mientras estas sufren la terrible crisis que ellas ya vencieron.... Chinto se encontraba allí, semejante a un palomino atontado.... Entró la comadrona donde la llamaba su deber, y el mozo y la vieja se quedaron tabique por medio, ayudándose a sobrellevar la angustia de la tragedia que para ellos se representaba a telón corrido.... La tullida maldecía de su hija que en tal ocasión se había puesto, y al mismo tiempo lloriqueaba por no poder asistirla.
Palabra del Dia
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