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Actualizado: 13 de junio de 2025


En la calle de Tournon la ayudé a apearse y a subir el único tramo que conduce a casa de Lacante. Nuestro amigo es un madrugador, como sabes, y estaba ya levantado e instalado en su mesa de escribir. La señora Polidora, digna y tiesa, nos introdujo, y al ver el extravagante traje de Elena, colgada de mi brazo, murmuró entre dientes con impertinencia: ¡Dios mío! ¿Qué es esto?

Para Marta y Körner, la inglesa, por extranjera, tenía algo de compatriota; por artista la consideraban más digna de respeto y atenciones que las cursis damas del pueblo, a pesar de todas sus pretensiones y preocupaciones seculares.

Y así justo será que por olvido No deje yo á Francisco y su gran hecho, Pues que en aquestos tiempos ha venido Al Perú de su tierra muy derecho, Y como el Argentino conocido, La vuelta siguiendo del Estrecho; Contando en breve suma esta hazaña, Que es digna de contarse por estraña.

Para Visita era el tiempo siempre el mismo, no pensaba en él, y sólo le servía de tópico de conversación en las visitas de cumplido. La del Banco, como pajarita de las nieves, saltaba de piedra en piedra, esquivaba los charcos, y de paso, dejaba ver el pie no mal calzado, las enaguas no muy limpias, y a veces algo de una pantorrilla digna de mejor media.

Estar enamorada de un su abuelo, que era el símbolo de toda la vida caballeresca que ella se figuraba a su modo, era digna pasión de una mujer que ponía todos sus conatos en distinguirse de las demás.

Y en aquel momento comprendió que la quería de veras. No, no era sólo la atracción de lo misterioso y anormal; era que aquella mujer se le había metido en el alma. Hizo un esfuerzo por serenarse, dominó la impresión que sentía, y dijo: Pues bien; sólo dos cosas deseo saber ahora; primera: ¿cree V. que Julia quiere todavía a D. Javier? Me parece demasiado altiva, demasiado digna...

Dejemos ahora a esta digna familia, para quien parecerán siempre pocas todas las bendiciones del cielo, y sigamos al venerable jesuita, cuyos pasos son ahora del mayor interés.

... no es fea; pero, vamos, no es ninguna cosa del otro mundo. No, señora, es de este mundo; una belleza mortal, pero digna de ser inmortal. Además, carece de fortuna.

La soledad era su mejor elemento, porque ella le infundia ese recogimiento supremo que les diera su carácter de beatitud casi inimitable á todas las creaciones del gran artista sevillano. A este propósito es digna de mencion una obra superior de Herrera el viejo, que se ve en el primor salon.

Con esta intención siguió su camino, por el cual anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura, hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, de trompetas y arcabuces.

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