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Actualizado: 13 de junio de 2025
Gracias á esta posición gozaba de preeminencia entre el paisanaje, al cual pertenecía por el nacimiento y al cual no trataba con excesiva consideración. Galanteador sempiterno, rendido adorador del bello sexo, su digna esposa la buena D.ª Robustiana sufría con él la pena negra, necesitando vivir noche y día alerta para desbaratar sus planes artificionos de seducción.
Soy bien digna de lástima, Miguel. Pero Miguel, mientras la escuchaba, parecía dominado por una preocupación tenaz. ¿Y el padre? ¿Quién es el padre? El tono de su voz casi fué igual al de antes: un tono de curiosidad hostil, de agresivo despecho. Volvió á repetirse su sorpresa al ver que ella levantaba los hombros. No lo sé; no me importa.
Singularmente es digna de eterna memoria la persecución que sufrió del común enemigo el Mapono; la cual, haciendo una breve interrupción, quiero referir aquí, aunque sucedió años después.
El espíritu era digna joya de tal estuche: quebradizo, avinagrado y herrumbroso. Daba compasión contemplar aquel ser que parecía un castigo providencial de ciertas injusticias y flaquezas de sus padres. Más que un niño enfermizo, era un enano decrépito. Por razón de su miserable naturaleza, nada se le había enseñado; así es que, contando ya más de quince años, no sabía deletrear.
Aunque en sus devociones considerase á la religión como á la sola fuente, digna de inspirarlo, en otros momentos en que lo ocuparon objetos menos elevados, no se opuso á escribir de otras materias muy diversas. De esta manera, y aun siendo ya sacerdote, prosiguió trabajando con inagotable fecundidad en la composición y publicación de poesías líricas, épicas y dramáticas de toda especie.
Son estas las que inician al hombre en la posesion de su conciencia, y el que tiene una conciencia libre, sana y digna en religion, no puede ménos que tenerla en asuntos de moral y política.
Me sería imposible hacer una descripcion siquiera sucinta de todos los primores del «Castillo» de Heidelberg, á ménos de escribir muchas páginas que fastidiarían al lector. Aquella ruina extraordinaria no es digna de estudio, en sus pormenores, sino para el artista consumado y el arquéologo.
Y Nélida no puede sufrir rivalidad alguna... ¡Un hombre que se distingue por sus amoríos y no se digna fijar los ojos en ella, que se considera la mujer más hermosa del buque!... No ha necesitado más para correr hacia usted. Isidro había seguido de cerca la rápida transformación de Nélida.
Don Quijote lo hizo, y hubo grandes comedimientos entre los dos sobre el caso; pero, en efecto, venció la porfía de la duquesa, y no quiso decender o bajar del palafrén sino en los brazos del duque, diciendo que no se hallaba digna de dar a tan gran caballero tan inútil carga.
¿Tenéis alguna razón para ello? Una sola, y es que no conozco una sola que sea digna de mí. ¡Ah! ¡Mi Dios! Es decir, perdón... replicó Jacobo con la misma gravedad : estáis vos... pero vos no sois libre... y por otra parte... Por otra parte, ¿qué? preguntó la joven, tendiendo el arco de sus cejas. Por otra parte... vos, vos misma estáis a punto de caer. ¡Pero, señor Jacobo!
Palabra del Dia
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