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Actualizado: 25 de junio de 2025
La tentación no había hecho presa en su alma, y sin embargo, todo su cuerpo temblaba, no por miedo al delito, sino sólo ante la facilidad de poder ejecutarlo. Te tiembla la mano dijo Clotilde con voz débil al tomar el vaso. Tengo frío repuso Julia. Y llena de espanto pensó en cuál otro y cuán distinto sería su temblor si hubiese aceptado la idea del crimen.
Poco tiempo después anuncia al Rey que la causa se ha terminado, y que se sabe quién es el reo; pero que el delito se ha cometido por un hombre, que ocupa un puesto tan elevado, que á veces, en consideración á él, las leyes quedan sin fuerza, y que acaso sería más conveniente dejar en aquel estado el negocio.
Si el amor, un amor bastante violento para empujarlo al delito, hubiese renacido en su corazón, era natural que fuera a arrojarse a los pies de la Condesa, que se mostraba por fin convertido y redimido, y la indujera a huir con él, a esconderse con él en algún rincón ignorado del mundo.
Juzgado Guerrero de Aguilar por su delito, ninguna clemencia tuvieron para él los jueces, condenándolo á muerte después de algún tiempo de prisión y de haber practicado muchas y enojosas diligencias en averiguación de los que en Sevilla parecían estar en contacto con el reo y favorecer sus trabajos.
Pues yo no me escapo replicó el joven con resolución. No he cometido ningún delito. D. Andrés, por los clavos de Cristo, se esconda... Mire usted que no sabe a lo que se expone. Estos paisanos son muy ladinos y le van a armar una trampa. Nada, nada; no me escapo.
No, no lo había». Y lo que más temía doña Paula era que el Magistral no pudiera sufrir sus celos, su ira, y cometiese algún delito escandaloso. La desesperaba la imposibilidad de consolarle, de aconsejarle.
Unos contaban que había muerto en campaña, después de batirse como un héroe; otros que pereciera en un duelo a que le llevó una aventura escandalosa; quienes que se había casado en Guadalajara con una rica heredera; quienes qué estaba procesado por un delito que la Ordenanza castiga con peña de muerte. Hasta que un día la rubia Carmita dió en vestir lutos, y lutos fueron por toda su vida.
Su único delito era llegar a comprender la monstruosidad de su desgracia, sin que antes lo que en él existía de sagrado le hubiese dado la voz de alarma.
254 Es triste en medio del campo pasarse noches enteras contemplando en sus carreras las estrellas que Dios cría, sin tener más compañía que su delito y las fieras. 255 Me encontraba como digo, en aquella soledá, entre tanta escuridá, echando al viento mis quejas, cuando el grito del chajá me hizo parar las orejas.
No tendremos que disimular ni que ocultar nuestro amor como un delito, como un robo. Eso no puede ser; yo no amo a vuecencia de amor contestó Juanita . Yo amo de amor a otro hombre y desprendió sus manos de las de don Andrés, que aún las retenía.
Palabra del Dia
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