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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Muestra tu tostada frente, Canta un cielo derrepente O una décima de amor! Cuando á lo lejos divisan Tu sepulcro triste y frio, Oyen del vecino rio Tu guitarra suspirar; Y creen escuchar tu voz En las verdes espadañas, Que se mecen cual las cañas Al soplo del vendabal.

Pero en la vida del poeta sacerdote iban a presentarse ahora nuevos sucesos escandalosos, que habrán hecho murmurar largamente a los maldicientes de la Corte y que dieron pábulo a los ataques de los enemigos de Lope, de los cuales es de recordar una emponzoñada décima de Góngora, publicada por la Barrera.

Hubo en Moquegua un ricacho nombrado don Cristóbal Cugate, a quien su mujer, que era de la piel del diablo, hizo pasar la pena negra. Estando el infeliz en las postrimerías, pensó que era imposible comiese pan en el mundo hombre de genio tan manso como el suyo, y que otro cualquiera, con la décima parte de lo que él había soportado, le habría aplicado diez palizas a su conjunta.

A la décima descarga, hubo un clamor general de «¡Sálvese quien pueda!» ¡Fuego!, ¡fuego! gritaba Marcos. Y los defensores de las trincheras, apoyados finalmente por la tropa de Frantz y dirigidos por Hullin, volvieron a tomar las posiciones que habían por un momento perdido. Al cabo de unos segundos no se vieron en la ladera mas que fugitivos, muertos y heridos.

Diez años comprenden un periodo de renovación: diez años rara vez corren en balde, y el que mira hacia atrás suele sorprenderse del camino que se anda en una década. Mas así como hay personas, hay lugares para los cuales es insensible el paso de una décima parte de siglo. Ahí están los Pazos de Ulloa, que no me dejarán mentir.

Ame usted; pase las noches de claro en claro, estrujando la inspiración para fabricar sonetos amorosos; expóngase usted a los arrebatos de un papá indignado que quiere que la familia se retire pronto... ¿y todo para qué? para que ahora, despedido y olvidado sin justificación alguna, ella, la mujer de los ensueños e inspiraciones, la décima musa, le mirase con cara de pocos amigos, diciéndole con sus ojos desdeñosos: «¡Largo de aquí, trasto...! ¡No me importunes más

Empero, dixo Zadig.... Miéntras él decia EMPERO, ya dirigia el ángel su raudo vuelo á la décima esfera. Zadig veneró arrodillado la Providencia, y se sometió. De lo alto de los ciclos le gritó el ángel: Encaminate á Babilonia. Las adivinanzas. Fuera de Zadig, como uno que ha visto caer junto á un rayo, caminaba desatentado.

Habíase cerrado este ámbito con paredes, dejando dentro intactas dos arcadas árabes y arrimando á la pared de oriente el altar del Santo á quien estaba consagrada la capilla . En la décima nave mayor contando desde el muro de poniente, pegada tambien al muro interior de mediodia, y ocupando solo dos naves trasversales, habia labrado Pedro Diaz de Haro en 1250 otra capilla á Sta.

«¡No, no y no!». Que la dejasen a ella. Estaba haciendo bolsón sin que nadie lo sospechase.... En cualquier otra industria que emprendiese, con sus pocos recursos, no podría ganar la décima parte de lo que iba ganando allí.

Datum Barchinone sub nostro sigillo secreto decima octava die Augusti anno á Nativitate Domini millesimo quadringentesimo octavo Rex Martinus Dominus Rex mandavit mihi Johanni de Tudela. Nota 14. Archivo general de la Corona de Aragon. Sigilli Secretis, Petri III. Pars 1.ª n. 1112 fol. 26. Petrus etc. Dilecto consiliario nostro Michaëli Palacin merino Cæsaraugustæ Salutem etc.

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