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Actualizado: 25 de junio de 2025


Allá por dentro, la cólera le carcomía las entrañas, se le mezclaba a la sangre. ¡Cuánto trabajo le costaba reprimir los ciegos ímpetus de ira que a cada paso le acometían! Dos de sus amigos comentaban la sesión, mientras él, silencioso, lívido, con sus eternas ojeras más pronunciadas aún, revolvía el líquido con una cucharilla.

Mario tenía encendidos los pómulos y el resto de la cara bien pálido: la mano le temblaba al llevarse la cucharilla a la boca: la garganta se resistía a dar paso al café, que tragaba apresuradamente y sin gustarlo. Sus ojos se volvían frecuentemente hacia una de las próximas mesas donde una familia compuesta de padre, madre y dos niñas de veinte a veinticuatro abriles tomaban igualmente café.

Ana empezó a hablarle, a decirle mil zalamerías a aquel bollo que del mundo exterior sólo conocía las sensaciones de calor y frío; buscó una cucharilla y le paladeó con agua azucarada; arregló la gorra protectora del cráneo, blando y colorado como una berenjena, y después se sentó a la cabecera del lecho, depositando en el regazo el fajado muñeco.

Como yo me negase á tomar cierto confite del que se hacían grandes elogios, levantóse de improviso con una cucharilla en la mano; se acercó á ; me hizo con un gesto encantador abrir la boca y me introdujo allá la cuchara cargada de dulce. Dudo que la ambrosía tuviese mejor gusto. Agosto 3. Agosto 5. Ayer me llamó el conde aparte con aparato de misterio. Confieso que le seguí más muerto que vivo.

El Guarro sacó de la chaqueta con aire de triunfo, media cucharilla de plata. ¿Qué valdrá eso? Seis u siete ríales. Pues al café. Recogieron el fruto de su trabajo, dividiéronse en los sacos el peso, y atravesando barrios enteros, después de matar el gusano en una taberna, fueron a salir por rondas y afueras más allá del Cristo de las Injurias.

Pueden ponerse garrafitas de agua y de vino, para que cada invitado tenga una a su derecha y otra a su izquierda; entre cada persona se coloca un salero con su cucharilla. Puede decirse de la vajilla que están admitidas todas las porcelanas sencillas o doradas, y todas las lozas.

Bajó la vista sonriendo, dejó escapar tres o cuatro chicheos, revolvió el café con la cucharilla, echó un sorbo, poniendo los ojos en blanco, y después de limpiarse los labios con sosiego, con el sosiego del hombre fuerte que va a hacer sentir en breve el peso de su valer, llevó la mano al bolsillo interior de la americana, y dijo, sacando una cartera, y de la cartera un sobrecito: Entérese usted de lo enamorada que está Isabel del duque.

Esto lo había aprendido de su mujer, que por gota de más o de menos, vertida por él con pulso trémulo, en una cucharilla de café, le había puesto como un trapo en infinitas ocasiones. En suma, respetaba en el Sr. Aguado la ciencia oculta, al favorito de su mujer, al homeópata y al partero que él había soñado cuando había acariciado la esperanza de tener un chiquillo.

Palabra del Dia

lanterna

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