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¿Qué es eso? ¿No te gusta la cuchara?... Pues, hija, come con ella, que también cómo yo y soy tan buena como ... ¡Qué te creías, bobalicona! ¿Pensabas que porque te ponían el sombrerito y la camisa de batista eras una señorita... Las señoritas no vienen metidas en un cesto entre trapos sucios...

Después se quita la canela, y se va agregando harina, moviéndolo sin cesar con una cuchara de madera; cuando se desprende la masa de la cacerola, se saca a un mármol y se trabaja bien, hasta que quede muy fina; se extiende con el rollo bien adelgazado, se forma el pastel, rellenándolo de pasta de manzana; se fríen en manteca muy caliente y que cubra.

Y extendiendo en seguida la mano derecha sobre la cazuela, a guisa de bendición, masculló algunas palabras en latín, que Andrés no pudo entender. ¡A cenar, muchacho! Cabrera fue un gran general dijo Andrés para adular a su tío. ¡Quién lo duda, chico, quién lo duda! exclamó éste dejando caer la cuchara sobre el plato.

TORTILLA DE MANZANA. Se toman tres manzanas de buen tamaño; se les quita la piel y el corazón, y las manzanas se pican menuditas, poniéndolas a cocer con doscientos gramos de azúcar y un poco de manteca de vaca; hay que estar sin cesar de dar vueltas con una cuchara de madera hasta que se pone como una masa. Se baten tres huevos, se mezcla la pasta y se hace la tortilla con manteca de vaca.

Y dejando caer su cuchara en la sartén de arroz, lloriqueó largamente, bebiéndose las lágrimas. Después enrojeció con repentina rabia, mirando el pedazo de vega que se veía á través de la puerta, con sus blancas barracas y su oleaje verde, y extendiendo los brazos gritó: «¡Pillos! ¡pillosLa gente menuda, asustada por el ceño del padre y los gritos de la madre, no se atrevía á comer.

Al sordo zumbido de la gente que ocupaba los dos salones uníase un retintín continuo de platos, vidrios y maderas. Todo cantaba de pronto, como si una vida extraña resucitase los objetos inanimados, haciéndolos conversar con voces y golpeteos: el cuchillo contra el vaso, la cuchara contra la botella, el sillón contra la mesa, la fosforera de loza contra el búcaro de flores.

De vez en cuando pasaba por esta cinta de terreno una vaca, un cerdo, una cabra, y la sombra de sus cuerpos, proyectada por el sol sobre el suelo amarillo, bastaba para que Plumitas se estremeciese, pronto a dejar la cuchara y empuñar el rifle.

COSTILLAS DE CORDERO A LA BECHAMELLE. Se baja la carne dejando el palo descubierto y se envuelven en la pasta, después en huevo, y últimamente en miga de pan rallado; la bechamelle se hace con manteca y leche, y cuando está hirviendo se sazona de sal, se le echa harina y se trabaja con una cuchara de madera.

Y me quedé perfectamente, hasta que hace cuatro años, en un pueblecillo de la provincia de Burgos, estando de temporada en casa de un amigo, me volvió el dolor, ¡qué dolor! No había ni médico, ni cirujano, ni nada. Pero llegó casualmente por allí un charlatán que sacaba las muelas montado a caballo. Me vi tan apurado, que no tuve más remedio que apelar a él; me sacó dos con el rabo de una cuchara.

Luego viene la agujereadora, que es una máquina con uno como mortero que baja y sube, como la encía de arriba cuando se come; y el mortero tiene muchas cuchillas en figura de martillo de cabeza larga y estrecha, o de una espumadera de mango fino y cabeza redonda, y cuando baja el mortero todas las cuchillas cortan la lámina a la vez, y dejan la lámina agujereada, y el metal de cada agujero cae a un cesto debajo: y ése es la cuchara, ése es el tenedor.