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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Es nuestro deber declarar que no es este acto ni este homenaje ni este tributo, obra de un gobierno; no es la obra de un partido, no es la obra de una clase, es, la ofrenda del pueblo cubano, es un latido vigoroso potente, intenso y sincero de la conciencia nacional cubana, es la patria misma que en este acto nos reune y la que en estos momentos nos dignifica, nos fraterniza en la comunidad del mismo sentimiento y en la identidad de la misma idea del pueblo y de la patria que vé en el Ejército el bloque inconmovible de roca y de granito en que descansan firme y segura la dignidad y la honra de la patria.
Aquella guerra, para resultar, tenía que prolongarse. Se tenía el ejemplo de los diez años de martirio anterior, y aquellos diez años de combate habían producido el efecto de que la riqueza se escapara al pueblo cubano y pasara a otras manos, de que no quedara más que un residuo de su anterior preponderancia económica.
"Himno Nacional Cubano". Banda del Cuartel General. El menú que sirvió el gran Hotel "Telégrafo," fué: Jamón. Queso de puerco. Arroz con Pollo. Lechón asado á la Cubana. Ensalada mixta. Dulces secos. Repostería. Vino Tinto, Rioja "El Pino". Café. Tabacos y cigarros.
Es tan dulce obedecer el mandato de los compatriotas, como es indecoroso solicitarlo. Es mi sueño que cada cubano sea hombre político enteramente libre, como entiendo que el cubano del Cayo es, y obre en todos sus actos, por su simpatía juiciosa y su elección independiente, sin que le venga de fuera de sí, el influjo dañino de algún interés disimulado.
A fines de ese mismo año fue que, teniéndolo ya todo dispuesto para la lucha, escribió a Eduardo H. Gato, el cubano rico del Cayo, una carta, que es un poema de dolor, pidiéndole $5000 y otra a José María Izaguirre, cubano rico de New Orleans, pidiéndole cantidad parecida.
Martí recogió esa idea y redactó entonces, ese monumento de amor y de concordia que se llama: «Bases del Partido Revolucionario Cubano». De regreso de Cayo Hueso pasó por Tampa, siendo aprobadas en esta ciudad las referidas bases, siguiendo a New York, en donde lo esperaba un gran pesar: la carta denostadora que el General Enrique Collazo, por error o ceguedad del momento, le escribiera desde La Habana, y que firmaron con él, otras distinguidas personalidades de la revolución.
Hablemos, en otras palabras, de algo que á todos por igual nos interesa y nos atañe; de algo que debemos anteponer á nuestras ambiciones personales y á nuestras opiniones políticas: hablemos, para glorificarlo, del inimitable ejército cubano, sangre de nuestra sangre, orgullo de la patria y sostén y garantía de nuestras instituciones.
Usted es hombre capaz de grandeza: esta es su ocasión. ¿Le prestaría a un negociante $5000 y no a su Cuba? Deme una razón más de tener orgullo de ser cubano». Y de la carta a Izaguirre este es el final: «¿Me lastimará usted mi fe? ¿Y en vano habré salido su fiador?
Y cuando los federales en sesión solemne celebrada en la Academia de jurisprudencia, quisieron hacer declarar a los cubanos de Madrid que se contentaban con la República federal española, Martí, allí presente, se opuso a ello, y en un debate que lo mantuvo en pie siete horas, echó por el suelo esos propósitos. Martí se opuso también a la creación en Madrid de un Casino Cubano.
Le pareció que su ideal y su tarea corrían peligro si aquellas reformas políticas se implantaban en Cuba de buena fe y eran generalmente aceptadas por el pueblo cubano, en virtud de lo cual él ya no tendría ambiente adecuado para poner por obra sus propósitos.
Palabra del Dia
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