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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Vivía como los lasquenetes mercenarios condenados a la muerte, que, en unas cuantas noches de orgía pantagruélica, devoraban el precio de su sangre.
Mis tíos, la falsa niñera que tantos plantones te ha dado, mi antigua criada Inés, su marido, a quien alquilé la berlina, la madre del chico, cuantas personas me conocen, hasta la Mónica, una mujer que tiene aquí abajo casa de huéspedes y que ha servido en la tuya; todos pueden decirte cuál ha sido mi vida. Te dirán también que alguna vez salía muy bien vestida: ya sabes para qué.
Si alguna vez acertamos, entregándonos ciegamente á lo que él nos inspira, ¡cuántas y cuántas nos hace extraviar! ¿Sabeis porqué se atribuye al corazon ese acierto instintivo? porque nos llama extremadamente la atencion uno de sus aciertos, cuando nos consta que son tantos sus desaciertos; porque nos causa extraña sorpresa el verle adivinar en medio de su ceguera, cuando son tantas las veces que le encontramos desatinado.
Con la misma serenidad atravesó los grandes salones de la casa sin dirigir una mirada a los muebles, y bajó por la anchurosa escalera de piedra sin notar vacilación alguna en sus lindos pies vestidos de raso blanco. Y sin embargo, ¡cuántos recuerdos quedaban a su espalda! ¡Cuántas horas de luz y de alegría!
Las medidas tomadas, y cuantas se pueden tomar, son insuficientes para impedir que los fronterizos no se establezcan cuando gusten al sud del rio Corrientes.
Estaba Yáñez maldiciendo la injusticia de los hombres, que por unas cuantas cuartillas emborronadas en un momento de mal humor le obligaban a dormirse todas las noches arrullado por el delirio de un condenado a muerte, cuando oyó fuertes voces y pasos apresurados en el mismo piso donde estaba su departamento. No; no dormiré ahí gritaba una voz trémula y atiplada . ¿Soy acaso algún criminal?
Esa reputación sirve a veces en Europa, pero en América da muy poco. Se apartaron de la ventana para emprender un paseo por la cubierta, solitaria en aquellos momentos. Ahí verá usted dijo Isidro a los pocos pasos, continuando de viva voz el curso de sus reflexiones la gran diferencia de lo imaginado a lo real. ¡Cuántas veces he leído yo la descripción de una misa en alta mar!
Esta iglesia de la Compañía es un nuevo ejemplar, sumamente característico, de la que hoy se llama en las Academias Arquitectura jesuítica, bien que exceda en majestad y hermosura á cuantas erigieron los discípulos de Loyola en España, Portugal y América.
Si por adeudarle mes y medio de pupilaje el patrón te ha dado quince bofetadas... ¿Fueron más o menos?... Mendoza, más amoscado y fruncido, no quiso contestar. Pongamos quincé... Si hubieses llegado a deberle año y medio, ¿cuántas bofetadas te hubiera dado? Me parece que el lance no es para reírse. Si no me río: es que soy muy aficionado, como sabes, a las matemáticas.
Las sobrinas, que son no sé cuántas, siempre tienen a punto un chiquillo que soltar al mundo cuando yo llego, y quieren que el tío de América lo apadrine. Todos parecen encantados de que mi señora no haya tenido hijos.
Palabra del Dia
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