Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de junio de 2025
Cuando el falso Constantino va con su joven esposa á la corte del emperador Constancio, llega también el cadáver del asesinado, siendo tan grande la semejanza entre ambos, que hasta su mismo padre duda si su hijo es el muerto ó el vivo; el engaño se descubre, sin embargo, por la intervención de un campesino, y en su consecuencia, es condenado Cloro á perder la vida; pero sobreviene en tan crítico momento Elena, madre del último, y declara que en su juventud ha sido amada por Constancio, y que el fruto de este amor ha sido Cloro, cuyo nombre verdadero es también Constantino.
¿Yo?... ¿Qué está usted diciendo? Como usted se trata con autoridades... Al decir esto pasaba el crítico junto a él. «Oiga usted, Olimpa... La obra es una ferocidad; pero ciertos amigos del autor la pondrán en las nubes. Quisiera yo verles para que me dijeran a mí por qué engañan de este modo al público». Déjeme usted en paz... ¡Qué tonto es usted! replicó Olimpia, y se metió para adentro.
En la presente historia, donde, según el título lo indica, los más importantes personajes, cada uno por su estilo, van a pasarse de listos, pecaré, sin poderlo remediar, contra lo que el crítico quiere. La culpa, si la hay, porque me resisto a declararme culpado, está en la elección del asunto.
Su pena sincera no era parte a ocultar la satisfacción que la embargaba por el feliz arreglo de su conflicto metálico en aquel día crítico. Cómo y de qué manera se había hecho el arreglo, ya lo diría más adelante, pues no era ocasión de importunarla con cosas que no le importaban... «¿Y el médico qué dice?». La excelente señora esperaba que la ceguera fuese una desazón de pocos días.
Pues ese es don Cosme, gritan todos, el que vive aquí a la vuelta. Y no se desgañite para decirle al público: «Señores, que no hago retratos personales, que no critico a uno, que critico a todos. Que no conozco siquiera a ese don Cosme». ¡Tiempo perdido! Que el artículo está hecho hace dos meses, y don Cosme vino ayer. Nada. Que mi avaro tiene peluca y don Cosme no la gasta. ¡Ni por esas!
En fin, tanto insistieron, que Ana, puestos los ojos en los de Mesía, prometió solemnemente ir al teatro. Y fue. El teatro de Vetusta, o sea nuestro Coliseo de la plaza del Pan, según le llamaba en elegante perífrasis el gacetillero y crítico de El Lábaro, era un antiguo corral de comedias que amenazaba ruina y daba entrada gratis a todos los vientos de la rosa náutica.
Estoy avanzando en Rusia, en Servia y en Rumania debió de decirle a su director . He echado de todas partes al crítico de la Corres, y creo que esto bien vale los doscientos duros...
«¡Pero váyase a Leporello con las diferencias entre el estilo adornado y el vehemente y patético! ¿Qué sabe el crítico zorrocloco de humanidades?
Con razón dice de él un crítico que «fué gran artista y produjo muchas y muy grandiosas obras, todas ellas de superior mérito». No entraré á detenerme en ellas, particularmente, pero sí diré que cuantos críticos, propios y extraños, se han ocupado de las obras de este autor, están conformes en tributarle los mayores elogios.
No soy poeta, D. Ramón; soy crítico. Pues me había dicho el amo que era usted poeta... De todas maneras, se lo contaré ya que V. tiene curiosidad... Verá V. como es una tontería que no merece la pena... ¡Pero vístase V., criatura, que se está helando! El año de cincuenta y ocho vine a Madrid con una comisión del Ayuntamiento de Valencia para gestionar la rebaja de la cuota de consumos.
Palabra del Dia
Otros Mirando