United States or Jordan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y luego hay que convenir en que doña Ana tenía una gran práctica de cortesana, que conocía el secreto de inspirar la voluptuosidad, y en que, tales eran las manos que tenía abandonadas dulcemente entre las del duque, que por su forma y su tersura, venían á ser el prólogo de bellezas incomparables.

Velázquez hizo el cuadro, ya muerto Espinola, a quien amargó la ingratitud cortesana, y ya lo pintase por gusto propio o inspiración ajena, indemnizó de la injusticia al vencedor de los flamencos.

La conversación, general o limitada a pequeños grupos, versaba sobre todo aquello que sin ofensa podía decirse ante una niña como Josefina y un clérigo como Lázaro; pues si ella contenía la libre lengua cortesana con su aspecto de pureza, bien se echaba de ver que el cura era un cura digno de sentarse donde cualquier grande o virtuoso se sentara.

En su vida cortesana, este poeta, que, como después veremos, pertenecía á la escuela clásica en todo su vigor, pasó algunos clásicos apurillos; mas después, escribiendo en casa de un abogado, desempeñando funciones modestas en el periódico El Censor, vivía siempre alegre, siempre poeta, siempre clásico, apreciado de sus amigos, con alguna fama de calavera, pero también con opinión de joven listo y de buen fondo.

Ella la visitaba casi todos los días, y eran muy contados los en que la sacaba para comer en casa, pero solas las dos a la mesa. Cuando Luz vivía a su lado, tenía que llevarla consigo en sus viajes de veraneo, por no saber dónde dejarla más segura. Pero esta atadura cortaba sus vuelos de peregrina elegante, y dejaba su paladar de cortesana a media miel. Ahora sería muy distinto el caso.

Ella lo hubiera sido a vivir en otra atmósfera. ¡Lo que habían visto aquellos ojos!». Y recordaba unas Aventuras de una cortesana, que había ella proyectado allá en sus verdores, ricos de experiencia. Tan general y viva fue la protesta del gran mundo de Vetusta contra los conatos literarios de Ana, que ella misma se creyó en ridículo y engañada por la vanidad.

Remontaba el curso de su existencia. ¡La sorpresa, la cólera ante esta jugarreta cruel del amor, que había venido á interrumpir sus mejores años!... Su indignación fué semejante á la de los ciudadanos de la antigua Grecia que se amotinaron al saber que estaba encinta una cortesana considerada como una gloria nacional, una beldad que las muchedumbres venían á ver de muy lejos cuando se exhibía desnuda en las fiestas religiosas.

Ciudad nueva y cortesana, Aranjuez se distingue por la capacidad de sus casas, y sus calles anchísimas tiradas á cordel y cortadas en ángulos rectos. Es entre la ciudad y el Tajo que se extiende lo mas espléndido de los jardines y parques del Real-sitio.

Reinando Isabel I, un Tumbaga ideó poner cruces en las torres de la Alhambra. Bajo Carlos de Gante, cuando la nobleza castellana se hizo de turbulenta cortesana y de independiente palaciega, trocando hierros y armaduras por rasos y brocados, un Tumbaga fue el primero que se presentó en la corte llevando sobre los guantes de gamuza las armas de su escudo bordadas con sedas de colores.

Es verdad; hay momentos en que... pero eso no debe ser... figuráos que yo soy la mujer más honrada y más respetable del mundo. Y qué, ¿no lo sois para ? Y tanto como lo soy; ya veréis. ¿Os habéis propuesto desesperarme? Me he propuesto que me améis. ¡Qué! ¿no os amo ya? No, ni yo os amo tampoco. ¡Cómo! exclamó con acento severo el joven, creyéndose objeto de la burla de una cortesana.