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Dos columnas esbeltas de mármol blanco adosadas á la mampostería y un trozo de cornisa era todo lo que quedaba del más soberbio de los trofeos romanos; torre de treinta metros, con una estatua gigantesca de Augusto en su remate, que marcaba sobre los Alpes el límite entre las tierras del Imperio y las Galias conquistadas.

El umbral aparece cubierto por el agua que se esparce en raudal sobre las piedras amontonadas; pero saltando de uno á otro saliente de las rocas ó sobre las piedras que el agua no llega á cubrir, se puede penetrar en la gruta y seguir junto á la corriente, una estrecha y resbaladiza cornisa por la cual se puede ascender, no sin peligro.

Luego, el Casino bajó al puerto, donde hoy está el barrio de La Condamine: igual fracaso. Los arrendatarios del juego quebraban, sin poder cumplir sus compromisos con el príncipe... Pero se abrió el ferrocarril de la Cornisa, quedando Mónaco en el camino de París á Italia, y todos los jugadores, todos los desocupados del mundo, afluyeron aquí en pocos años... ¡Qué transformación!

Aspera y corta era la onda, y la dureza del combate se debía á lo extraño de aquella costa, tan abruptamente cortada, á sus ángulos crueles que apuntaban á la tempestad, desgarraban la ola. La cornisa por debajo, á uno y otro costado, hundíala en sus profundidades atronadoras.

El que hubiera pasado por la plazuela de San Agustín a la hora de las once de la noche del 22 de octubre de 1743, habría visto un bulto sobre la cornisa de la fachada del templo, esforzándose a penetrar en él por una estrecha claraboya.

El Cachalote, abandonado ya, lleno de agua, comenzó a marchar hacia el fondo de la gruta, dió en una piedra y se hundió rápidamente. Yo me adelanté unos metros. La cornisa en donde estábamos se continuaba siempre con aquel tronco de árbol carcomido en el borde. Vamos a ver si de aquí se puede salir a algún lado dije yo. Vamos repitió Recalde, tembloroso.

Hasta las colonias de plantas extrañas á la naturaleza libre, son respetadas, al menos por algún tiempo: sobre una cornisa de tierra rebajada que ha quedado suspendida al flanco de la ribera, veo balancearse las cañas flexibles de una mata de avena, humilde colonia de esclavos fugitivos aventurados en un mundo de libres héroes bárbaros.

He aquí el poema: un monstruo de esos que llaman gárgolas, porque vomitan la lluvia con un ruido peculiar, de donde viene la frase hacer gárgaras; digo que ese monstruo de piedra, que está en la cornisa de una catedral, se ha enamorado de la veleta, que figura una paloma, y que se asienta, ni que decir tiene, en lo más alto de la torre.

Caminos de suaves curvas, limpios y firmes como el piso de un salón, se extendían por el borde del mar ó ascendían á las cumbres de los Alpes, pasando de cresta en cresta por viaductos de atrevidos arcos. Las carreteras se sumían en largos túneles. Donde la roca vertical no permitía abrir una cornisa, el constructor la inventaba con taludes de muchos metros cuya base se perdía en las olas.