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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Colgose del cordón de la campanilla, pidió auxilio a sus criados y juró echarlos a todos, como a perros, si no encontraban la nariz. ¡Inútil amenaza! La nariz era más imposible de encontrar que la Cámara de 1816. Dos horas transcurrieron en medio de la agitación, el desorden y el ruido.

Paice que me están arrancando el estómago con unas tenazas de fuego... Es de la tremolina de esta mañana. Me dan tentaciones de ahorcarme colgándome de esta reja con un cordón hecho de tiras del refajo.

El cordon corría entonces arrastrando al caido que se revolcaba en el polvo y ahullaba pidiendo la muerte: por casualidad conseguía levantarse, ponerse de pié, y entonces seguía su camino llorando como un niño y maldiciendo la hora en que le concibieron.

La fórmula de aquel rompimiento, de aquel cordón sanitario fue esta: ¡Es necesario aislarla.... Nada, nada de trato con la hija de la bailarina italiana! El honor de haber resucitado esta frase perteneció a la baronesa de la Barcaza. Si Ripamilán hubiera podido salir de su casa, no hubiera respetado aquel acuerdo cruel del gran mundo.

Grano de Sal sacó un reloj lo menos de una pulgada de grueso. Tiene usted razón, señor Durand, son las diez. Después, alargándole el reloj, atado con cuidado a una larga cadena de acero reforzada con un cordón negro: Vea, ¿lo reconoce usted? dijo al maestro.

Hubo que llamar al médico, cosa que indignó mucho a Nerval, que no comprendía la ingerencia de la ciencia total, porque un día se paseó por el Palais Royal, llevando tras un cangrejo sujeto por un largo cordón azul. «¿Acaso decía un cangrejo es más ridículo que un pato, que una gacela, que un león o que cualquier otro animal de que pueda uno hacerse seguir?

En el puente grande de Manila, y entre cuatro y cinco de la mañana se oyen por todas partes, á todas distancias, y en todas direcciones, miles de penetrantes trompetas, pareciéndose á un cordón de señales que pasa de boca en boca, desde el pueblo de Bangui en Ilocos Norte, hasta el de Matnog, situado en la punta Sur de Albay.

Subió los escalones de dos en dos y tiró del cordón de la campanilla. Eran las nueve de la mañana. En seguida le abrieron, con aquella franqueza y prontitud con que suelen abrir los pobres. Apenas tuvo tiempo de ver quién le abría. Se encontró ceñido por unos brazos que le estrechaban y abrumado por una boca que cubría sus mejillas de un diluvio de sonoros besos.

No siendo pues el uno causa del otro en el órden interior, debieron tener una dependencia en el órden exterior: es decir, que en el caso que estoy examinando, aunque continuó existiendo la causa que producia el uno, debióse de interrumpir la conexion que esta causa tenia con la que producia el otro: y así era en efecto; tirando del cordon no venia el sonido, por la sencilla razon de que habian quitado la campanilla.

Así, cuando Orestes llegó a la casa de su antiguo Pílades, llevaba su alma en tal estado que sin abusar de la metáfora puede decirse que rugía en ella una tempestad furiosa. Sacudió violentamente el cordón de la campanilla, sin fijarse en el hecho de que la pata de liebre de la calle de San Nicolás se había trocado en pata de ganso.

Palabra del Dia

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