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Actualizado: 19 de julio de 2025
Absorta por mis quebrantos, permanecí quince días sin darle señales de vida; después, cediendo a sus instancias, comencé a expedirle misivas por el estilo de ésta: «Señor Cura: Acabo de descubrir que los hombres son estúpidos. ¿No os parece así? Y echando al diablo las conveniencias sociales, os abrazo».
6 de mayo. Las conveniencias sociales me prescriben ver, al menos, a Eudoxia. El corazón me lleva hacia su tía. Las he visto. He visto a Adela también. ¡Qué digo, ay! no he visto más que a Adela.
En esta sociedad andaba la mano de los jesuitas; ellos les habían confeccionado sus reglamentos disciplinarios, en los cuales preponderaba un espíritu de inquisición completa: un librito reservado, de pocas hojas, en el que abundaban las transaciones del pudor con las conveniencias sociales y las exigencias religiosas; los casos en que las socias podían inquietar la virtud de los hombres con sus prendas físicas y morales; las ocasiones en que era lícito escotarse, y creo que hasta la línea del busto de la que el escote no podía pasar.
La abuela es aficionada a la etiqueta con E mayúscula, como ella la escribe, y, para ella, estaba yo faltando a las más elementales conveniencias al anunciarle sin más ceremonia el alba de mi vigésimasexta primavera. ¡Ay! jamás he podido aprender la calma, esa calma de las tropas veteranas de que habla sin cesar mi primo el comandante Harmel.
Aquellos robustos jóvenes se ahogaban en los estrechos límites de las conveniencias sociales y muy á menudo sentían deseos de quitarse el frac en plena reunión y de meterse la corbata blanca en el bolsillo. La vida al aire libre de los ingleses les ofrecía un atractivo que compensaba las tristezas de los salones.
Esa unión me gusta, por cierto; reúne todas las conveniencias, pero hasta ahora, yo no amo a Pablo sino como a primo. ¿Qué defecto le encuentras? No le encuentro ninguno, a no ser el de no gustarme lo bastante. Es un excelente joven, pero no es mi tipo.
Judit pasó también aquella vez una mala noche. ¡Le parecía tan extraña la conducta del Conde! Porque, en resumen, bien pudo haber entrado, sentarse y hacerle una visita. Verdad que ella no estaba muy al corriente de las conveniencias sociales; pero se imaginaba que esto hubiera sido mejor que despedirse de una manera tan brusca.
Esta providencia ha tenido favorables efectos, que en sólo dos años que se practica han adquirido muchos indios unas regulares conveniencias, se han aseado muchas familias y, ya aseadas, no se avergüenzan de parecer delante de toda clase de gentes, con cuyo trato se van haciendo sociables y adquiriendo una perfecta civilidad, reinando en todos la abundancia, y cada día va a más, pues el ejemplo de unos sirve de estímulo a otros.
El que duda una vez, y razona y critica, ese ya no cree jamás como los devotos sinceros; cree porque se lo aconseja la razón, o porque se lo imponen sus conveniencias.
Jamás le había dirigido ella un cargo serio y formal, con tantos motivos como tenía para hacérsele, ni él la había dado las menores señales de estar arrepentido, ni de creerse culpable siquiera: al principio, por entereza y altivez de la una, y por malicias y conveniencias del otro; después, porque caídas las cosas del lado a que se habían inclinado entonces, ¡y caídas tan abajo!, el uno y la otra tenían grandes motivos para no volver los ojos hacia atrás, y frescura sobrada para tratar el caso medio en broma, cuando el caso llegaba por si sólo a clavárseles en la lengua.
Palabra del Dia
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