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Actualizado: 12 de junio de 2025
»Ven pronto. »Te abraza tu tío Y ésta es la carta que ha recibido Azorín una página de nuestra historia contemporánea, un fragmento vivo, auténtico, con detalles vulgares, con rasgos épicos ¡en la realidad todo va junto! de nuestra vida de provincias literaria y política. Hoy Azorín se ha marchado a Petrel.
Mi amiga se inclina con su gracia habitual ante la abuela, que la besa en la frente, y va a sentarse a mi lado después de haber yo saludado a las recién llegadas y preguntado por Pomme, la gata favorita de la señorita Bonnetable, y por Loustic, su perro. La Bonnetable no se parece en nada a la Sarcicourt, de la que es casi contemporánea.
Pero desde esto hasta la exagerada admiración del Sr. Reyles por las novelas francesas y rusas, hay todavía enorme distancia, que yo no paso. Las comparaciones son odiosas, y no trataré yo de sostener contra el Sr. Reyles que la novela contemporánea española no es inferior a las de los países citados.
En el breve Prólogo impreso a la cabeza de la presente edición me dejé decir que tenía preparado un largo escrito sobre el origen e intención de esta obra, los elementos históricos de que dispuse, y los datos y anécdotas que recogí, comprendiendo además algunos desahogos sobre la novela española contemporánea.
Muchas veces me pregunté, en aquellos años ya remotos: «¿Qué habrá ocurrido en Liliput después que se marchó el héroe de Swift?...» Y me entretenía imaginando á mi modo los diversos episodios de la historia contemporánea de los pigmeos.
Pero comprobaba el análisis también un lisonjero renacimiento de animación y de esperanza en la psicología de la juventud de que suele hablarnos una literatura que es quizá nuncio de transformaciones más hondas; renacimiento que personifican los héroes nuevos de Lemaître; de Wizewa, de Rod, y cuya más cumplida representación lo sería tal vez el David Grieve con que cierta novelista inglesa contemporánea ha resumido en un solo carácter todas las penas y todas las inquietudes ideales de varias generaciones, para solucionarlas en un supremo desenlace de serenidad y amor.
Solía ir un pintor de marinas que había presentado algunas en distintas exposiciones, sin que hasta la fecha le hubiesen dado recompensa alguna. D.ª Fredes juzgaba esto una de las grandes injusticias del siglo diez y nueve. Para ella, Martínez, que así se llamaba el pintor, era uno de los artistas más eminentes que hubiese producido la España contemporánea.
Estas segundas vigas están muy labradas por los cortaplumas de los estudiantes, que han tallado en ellas, durante siglos, iniciales, fechas, cruces y caricaturas. La cátedra es también de pino viejo; pero no nos pareció contemporánea del autor de la Profecía del Tajo, sino mucho más moderna.
Ha contestado, sin consentir réplica ni hallarla yo: nadie entendería mi cuadro, nadie reconocería los personajes, nadie sabría la acción, como no diese yo de antemano a cada espectador del cuadro un pliego de papel escrito, donde se explicase todo por menudo. Mi amigo el pintor tenía razón de sobra. En cambio la vida de Shakspeare y de sus héroes es clara, notoria y contemporánea vida.
A los vagabundos que no tienen domicilio fijo y duermen en las posadas les cuesta siete u ocho duros al mes y no tienen casa en realidad, sino una yácija para tirarse de noche. Notad qué importancia adquieren estos menesteres de dormir y comer en la contemporánea literatura de costumbres. El aprendiz de literato añade la musa de la alimentación a las otras nueve hermanas.
Palabra del Dia
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