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Pasó el Goethe por entre buques tan enormes como él, trasatlánticos que iban con rumbo a Europa o a los puertos del Pacífico, y sólo anclaban unas horas, cerca de la embocadura, para salir inmediatamente. Sus luces rojas, verdes y blancas reflejábanse con violento serpenteo en las aguas removidas por el paso continuo de lanchas y remolcadores.

Como la noche era tan larga y yo sabía bien lo interminable que le parecía a mi pobre tío la parte de ella que se destina por las gentes que tienen buena salud al reposo en la cama, procuré que nos acostáramos lo más tarde posible, después de haber cenado los tres sirvientes y recogídose la vasija, y vuelto todos a arrimarse a la lumbre, y probado yo, con poca fortuna, sacar a Tona de la esclavitud de una modorra que la tenía en continuo cabeceo, y a Chisco de su impasibilidad sospechosa.

«Pero el Señorito continuó Medio-hombre , traerá muchos también. Así me gustan a las funciones: mucha madera donde mandar balas, y mucho jumo de pólvora que caliente el aire cuando hace frío

Me parecía que sentiría menos el golpe que esperaba si lo iba recibiendo poco a poco. «¡Ay! me respondió , no tenemos más que uno que es para nosotros un continuo motivo de disgusto. Dios le ha dado una terrible desgracia. Está enfermo de epilepsia desde la edad de diez y ocho años y no puede trabajar.

De la intención de lo escrito aquí en determinados pasajes, se desprende con harta facilidad. »Vuelta a enjuiciarse la escena, continuó de este modo Guzmán: » Según me has dicho, es grande el empeño de la marquesa... » Hasta el entusiasmo.

Por algo que te dejaste decir entonces continuó Nieves con voz bastante insegura, pero con bien hecha resolución , y otras señales que yo conocía desde mucho tiempo atrás, sospeché que entre mi tía Lucrecia y había... ciertos planes que tenían mucho que ver con la venida de mi primo a España... Con franqueza, papá: ¿los había o no los había? ¿los hay o no los hay a la hora presente?

Véase el comentario á los cánones ó capítulos del concilio de Aquisgran que publicó Yepes al fin del tomo III de su interesante Crónica de S. Benito: en el cual se citan de contínuo ejemplos de prácticas y usos observados en los monasterios de España, en especial en el de S. Benito de Valladolid, en cumplimiento de lo preceptuado en dichas constituciones.

Maltrana parecía desconcertado por la gravedad con que hablaba Zaratustra. Donde veas telarañas sólo verás salud continuó . Eso no lo saben los mediquillos de Madrid, que, porque leen libros, se burlan de los sabios como yo, que leemos en la tierra y en el cielo. En las casas de las ciudades no hay telarañas, y todos andan esmirriados, amarilluchos y mueren jóvenes.

Tengo por oficio arriesgar mi pellejo, repuso Simón encogiéndose de hombros. Sin embargo, volvió á poner la flecha en su aljaba, se echó el arco al hombro y continuó andando entre sus dos amigos.

Pues me parece muy extraño el resultado repliqué , juzgando de sus sentimientos por los míos. ¿Por qué? me interrogó muy serio. Porque no es eso lo usual y corriente entre mozos de las condiciones personales de usted; porque con ellas y en Madrid y en roce continuo con el mundo y sus golosinas, lo natural es que se las vaya tomando el gusto.