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Evitó los ojos de la señora, como un reo convicto, y miró al señor con el mismo aire desolado que empleaba para anunciar el agotamiento de un plato puesto en la lista. Sus gestos de muda protección intentaban consolar á Ferragut de su fracaso. «¡Paciencia y tenacidad!... Victorias más difíciles había visto él en su clientela

Las casas de Villamar desaparecieron muy en breve a los ojos de Stein, quien no podía arrancarse de un sitio en que había vivido tan tranquilo y feliz. El duque, entre tanto, se tomaba el inútil trabajo de consolar a María, pintándole lisonjeros proyectos para el porvenir. ¡Stein no tenía ojos sino para contemplar las escenas de que se alejaba!

¿Está bien o no está bien que nos valgamos hoy en España de un método parecido? Hallo tan comprometido el contestar a la pregunta, que no atino con la contestación útil y justa y no me resuelvo a darla. Paréceme, no obstante, que entre nosotros hay en el día circunstancias que deben movernos a ser más indulgentes que ásperos; a consolar y alentar en vez de censurar.

Rafaela, sin menguar en nada su amistad hacia el Vizconde, y sin descomponerse con violencia y con enojo, le rechazó de modo tan resuelto y tan firme, que se disiparon las ilusiones que él se había forjado y reconoció que sólo con amistad podía consolar a Rafaela y ella quería ser consolada por él.

Alza tu vista al cielo Y admira ese diamante, Que brilla rutilante Sobre tu blanca sien: Amiga, esa es la estrella Que unida á mi destino, Siempre alumbró el camino Que me condujo al bien. Ella es la precursora De las felicidades, Que en mústias soledades Me viene á consolar; La que al venir yo al mundo Lució en el firmamento, Cual si el divino aliento La hiciera allí brotar.

Pero yo me moriré también. Yo no quiero sobrevivir. Me mataré si no me muero. El Comendador no sabía qué responder á tales quejas. Procuraba consolar á D. Carlos, que le juzgaba indiferente y extraño; que ignoraba que él tenía mayor necesidad de consuelo. Iba D. Fadrique á buscarle en el P. Jacinto.

-Una por una, yo haré, puesto allá, las diligencias posibles, y haga el cielo lo que más fuere servido -dijo don Antonio-. Don Gregorio se irá conmigo a consolar la pena que sus padres deben tener por su ausencia; Ana Félix se quedará con mi mujer en mi casa, o en un monasterio, y yo que el señor visorrey gustará se quede en la suya el buen Ricote, hasta ver cómo yo negocio.

Así marchamos un cuarto de hora, conmovidos ya por un ruido profundo, solemne, imponente, que suena a la distancia. Es un himno grave y monótono, algo como el coro de titanes impotentes al pie de la roca de Prometeo, levantando sus cantos de dolor para consolar el alma del vencido... ¡Preparad el alma, amigo!

El mismo sabio, y más aún el poeta, por excelente crítico que sea, no se pueden consolar con la conciencia y seguridad de su valer, por los demás hombres desconocido o negado. No saben a punto fijo si el juicio que forman sobre ellos mismos está torcido por el amor propio.

Miguel, que se había ido poniendo cada vez más colorado, al llegar a este punto rompió a llorar, y se echó de bruces sobre la mesa. D. Bernardo sonrió satisfecho del triunfo obtenido por su oratoria. Doña Martina acudió inmediatamente a consolar al niño.