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Actualizado: 20 de julio de 2025


Quizá esto le sirva de consuelo en su enfermedad, porque Mario es, como yo, artista ante todo. Al pronunciar estas consoladoras palabras la voz del poeta burocrático resonaba lúgubre, profunda, como si en vez de ofrecer a la imaginación imágenes brillantes de dicha y alegría se hallase invocando a los espíritus infernales en algún cementerio a las doce de la noche.

Cecilia era su paño de lágrimas, su confidente en todos los disgustos matrimoniales. Nunca dejaba de recibir de su boca algún útil consejo, algunas palabras consoladoras que calmaban sus fuertes y repentinos enojos.

Pero ¡ay! un día, allá a principios de marzo, vi con júbilo una plancha en la cual había escritas estas consoladoras palabras: CUARTO Y GABINETE POR ALQUILAR PARA EL MES DE ABRIL

Siempre serena, discreta, resuelta, me animaba a luchar; y cuando estaba satisfecha de , es decir, cuando yo me había destrozado el corazón para forzarle a latir más despacio, me recompensaba con frases calmantes que me hacían verter lágrimas o con expresiones consoladoras que valían una caricia.

Descubierto ya el estrecho vínculo que nos reúne unos a otros en sociedad, excusado es probar dos verdades eternas, y por cierto consoladoras, que de él se deducen: primera, que la sociedad, tal cual es, es imperecedera puesto que siempre nos necesitaremos unos a otros: segunda, que es franca, sincera y movida por sentimientos generosos; y en esto no cabe duda, puesto que siempre nos hemos de querer a nosotros mismos más que a los otros.

Las formas del diálogo, un tanto desenvueltas y libres, contribuyen tambien á la impresion de disgusto que producen las citadas comedias en el ánimo del que está acostumbrado á una literatura dramática digna y moral, que sin ser fanática ni supersticiosa, respeta siempre la moral, enseña máximas consoladoras, ofrece tipos nobles, y no ofende jamas el pudor de las madres ni de las hijas.

Le molestaba su apasionamiento por el muchacho, sin acertar á definir el motivo; tal vez por la indignación que inspiran las gentes aferradas á los errores nefastos, aceptándolos como verdades consoladoras. Lo cierto es que le molestaba la conducta de ella. Y esta repentina animadversión contra Alicia acabó por hacer que se fijase otra vez en lo que estaba diciendo.

Iba una hermana de ella y otras tres personas!... ¡Si me han dicho que se casan!... ¡Vaya si se casarán!... Como que es rica... Su padre tiene no cuántas tiendas... ¡Y yo no soy más que una pobrecita huérfana! Al llegar aquí rompió á sollozar de nuevo. Manolo hizo lo posible por calmarla con reflexiones consoladoras. Velázquez tenía buen fondo y la quería.

Y en cuanto al descreimiento, digo que Voltaire jamás negó con seriedad las más altas y consoladoras verdades, de que son fundamento la existencia de Dios, su justicia, su providencia, y la libertad y responsabilidad del hombre.

Siendo al fin más fuerte que su timidez su apetito de charlar, rompió el silencio de esta manera: «Señorita, ¿se cansa usted de esperar?... Todo sea por Dios. No hay más remedio que conformarse con su santa voluntad». Pero como su ánimo no estaba para vanidades, fijó toda su atención en las palabras consoladoras que había oído, contestando a ellas con una mirada y un hondísimo suspiro.

Palabra del Dia

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