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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Soy de opinión que los hombres de los tiempos pasados tenían de la naturaleza ideas más bellas y más conmovedoras que nosotros, y que esa manera religiosa e intelectual de penetrar en sus misterios, que distingue a nuestros antiguos escritores, valía más que las estériles ventajas que nos proporciona el perfeccionamiento del análisis.
Y si tuviera veinte hijas, veinte veces se repetirían aquellas escenas conmovedoras; porque D.ª Carolina tenía un corazón muy grande y muy maternal. Cualquiera podría imaginar que Timoteo el violinista del Siglo, en vista del curso torcido de los sucesos, había desistido de su desgraciada pasión por la hija menor de los señores de Sánchez. ¡Ah!
Llevaba una divisa cuyos términos heráldicos podrían servir de epígrafe y ser como el resumen de la leyenda á que damos fin: sombría, y aclarada solo por un punto luminoso, á veces más tétrico que la misma sombra: "=La Isla del Tesoro.= Es una sabrosa narración con un niño por héroe, con peripecias dramáticas y conmovedoras.
Wisio, interróguela y la verá llorar al solo recuerdo de los beneficios recibidos de los españoles. Crónicas de Nueva-York, de California y del Japón son buenos testigos á quienes preguntar sobre la caridad española. Las columnas de sus periódicos de cuándo en cuándo, se llenan con la relación de conmovedoras escenas en que la abnegación y el desinterés juegan en primer término.
Las palabras conmovedoras del poeta brotan de sus labios como un canto. Los viajes son la pasión del molinero... Gertrudis deja oír una alegre exclamación y marca el ritmo dando con el pie en los montantes de la esclusa. He oído murmurar un riachuelo... Gertrudis contiene la respiración, esperando lo que sigue: He visto brillar el techo de un molino...
Dejemos por cosa innecesaria la historia de este parto laborioso, y pasemos de un salto, que el lector dará con gusto, por lo que le abrevia el camino, a los linderos del comedor de nuestro personaje, desde donde podemos contemplar, sin ser vistos, el cuadro resultante de tantas, tan profundas y tan conmovedoras cavilaciones, con lo demás que se siguió como fin y remate de la fiesta.
El escultor las ha fundido en bronce o las ha dado cuerpo en el mármol; el pintor ha empleado en ellas todo el primor de sus pinceles y las más ricas tintas de su paleta; el grabador ha agotado la finura y maestría de su buril, y el músico ha buscado y hallado, para expresar sus pasiones, las melodías más conmovedoras y las armonías más profundas.
Palabra del Dia
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