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En cambio, cantaba con un sentimiento capaz de derretir a las piedras, del cual podía juzgarse por los movimientos infinitos de sus cejas y por la expresión de desconsuelo que tomaba su fisonomía así que se hallaba frente al piano. Nadie vio un rostro tan arqueado, estirado y compungido.

Levantose, y murmurando no se sabe qué palabras, aunque es de suponer no serían de las más finas, tomó el pesado hierro y se puso a planchar con verdadera furia. Miquis se fue sin añadir una palabra, y D. José le siguió hasta la escalera con las manos cruzadas, el mirar compungido y suplicante.

El doctor Juan de Vega, nativo de Cataluña y recién llegado al Perú, en calidad de médico de la casa del virrey, era una de las lumbreras de la ciencia que enseña a matar por medio de un récipe. ¿Y bien, don Juan? le interrogó el virrey, más con la mirada que con la palabra. Señor, no hay esperanza. Sólo un milagro puede salvar a doña Francisca. Y don Juan se retiró con aire compungido.

Verdad es corroboró don Eugenio, harto compungido. ¿Y entonces, santo de Dios, a qué tenernos embromados? No les íbamos a dejar el distrito por suyo sin disputárselo siquiera. ¿Les gustaría a ustedes? Legalmente, el triunfo es nuestro.

Sentáos dijo Quevedo con voz vibrante ; sentáos y no espantéis la caza: yo os vengaré. ¿Pero es cierto? dijo con angustia Montiño, que se sentó. Certísimo; pero no habléis con ese tono compungido. Vos no sabéis nada; estáis almorzando alegremente. Comed. ¡Imposible! aunque no me ahogase la pena, me ahogaría ese pastel... ¡Mozo! ¡un real de olla podrida! dijo una voz estentórea al fondo del salón.

Se apiadó al enterarse de lo escasa que era su prole; sonrió un poco ante el entusiasmo con que el viejo hablaba de su hija, saludando á Fraulin Chichí como un diablillo gracioso; puso el gesto compungido al saber que el hijo le había dado grandes disgustos con su conducta.

A los dos días se presentaba el gitanillo raptor ante el padre de la novia, con su chaqueta de terciopelo granate y el pavero blanco de los días de fiesta. Se arrodillaba compungido, se apoderaba de una de sus manazas, la besaba, y gemía después: Su mersé es el cuchillo, y yo, probesito de , soy la carne. Corte su mersé por donde quiera.

El propio D. Acisclo creía, allá en el fondo de su alma, aunque rara vez se jactaba de ello por su extremada modestia, que había sido para con el marqués un dechado de fieles servidores. Así es que, en el año que vivió el marqués en Villafría, ya arruinado, D. Acisclo le sermoneó bien sobre su despilfarro e imprevisión, y el marqués le oyó siempre con respeto y hasta compungido a veces.

Pocos días después presentábase la muchacha escoltada por la Teodora y otras respetables brujas de las Cambroneras. ¡Aquí ties a tu chica! gritaban desde la puerta . ¡Vamos a ver si la pegas, peazo de bruto! El gitano rodaba los ojos, levantaba los brazos como si fuese a aplastar a la chavalilla, caída a sus pies con las manos juntas y el rostro compungido, y de repente rompía a llorar.

Todos se pirraban por meterle miedo y verle compungido. El Gobernador estuvo más de media hora hablándole del infierno y de las penas de los condenados; tizonazos por aquí, requemones por allá... ¡Como si hablase a la pared! El se reía, y de vez en cuando pedía una copa de aguardiente.