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El pobre y grande Felipe Trigo no podía trabajar sino en unas cuartillas en un tamaño de octavo menor. Uno de nuestros más terribles revolucionarios, que tiene la suerte de estar casado con una bella dama andaluza, urde sus furibundos artículos... envuelto en un mantón de Manila de su esposa. No digo su nombre para evitarle el sonrojo ante los terribles compañeros del Comité de barrio.

Su vehículo, al llegar á la mitad de la colina, donde estaban acampadas las tropas, fué detenido por un delegado gubernamental, que se negó á dejarle pasar. En vano dió su nombre. Le conozco, doctor dijo el funcionario ; pero el gigante está preso y nadie puede verlo sin una orden del gobierno. Soy el presidente del Comité encargado del Hombre-Montaña.

Al cabo, los miembros del Comité, señores graves, llenos en casos tales de impertinente y campanuda suficiencia, declararon que la obra sería admitida «siempre que su lectura no durase más de una hora». Realmente no era mucho exigir.

Los aviones del Comité, con sus temibles chorros de luz negra, suprimieron todas las islas movibles artilladas por los hombres. Apenas fueron volados unos cuantos de aquellos navíos colosales, las tripulaciones huyeron de los demás, dejándolos abandonados en los puertos.

El general Bernardo O'Higgins, que se había distinguido en la guerra de la independencia, fué nombrado dictador de la nación chilena. En el mismo año de 1818 fué adoptada por el pueblo una constitución preparado por un comité que había nombrado O'Higgins. Este período terminó en 1833 con la adopción de la constitución que, con ciertas modificaciones, rige desde entonces en Chile.

Pasó la noche inquieto por esta novedad, despertándose con frecuencia, y apenas hubo empezado á apuntar el alba salió de la Galería, encontrándose con que el profesor Flimnap le aguardaba ya acompañado por dos individuos más del Comité de recibimiento del Hombre-Montaña.

No vió á nadie en la vasta planicie da la mesa; pero, á pesar de esto, le molestaba tener que expresarse á gritos para que le entendiese el gigante. Ninguno de la servidumbre hablaba inglés, pero temió que anduviese por debajo de la mesa algún universitario vagamente conocedor del idioma y se apresurase á llevar una delación al Comité encargado de suprimir todos los recuerdos del viejo régimen.

Así, en unas cuantas horas volaron todos los arsenales, polvorines y depósitos de municiones existentes en nuestro país. Aquí, en la capital, el gobierno de los hombres, asustado por esta revolución catastrófica, intentó apresar al Comité feminista. Toda la guarnición marchó al asalto de nuestro Club. ¡Esfuerzo inútil!

¡Qué alegría sentí al verte! decía el hermoso doctor empleando el lenguaje sagrado de la ciencia con tanta facilidad como Ra-Ra . Te creía lejos, en uno de esos viajes que tanto me inquietan. Ahora, al encontrarte, me considero feliz; pero no por eso dejo de pensar en tus enemigos. Los del Comité de supresión del antiguo régimen no te olvidan, y sus espías siguen buscándote por la capital.

La sabia genial era en la vida corriente una mujer de cortos alcances, y sólo presintió en su invención un medio de llamar al orden á los humanos, impidiéndoles que insistiesen en sus guerras; como si esto fuese posible quedando en manos del hombre la dirección de la Historia. El Comité supremo de las reivindicaciones feministas vió más claro que esta química ilustre y simplona.