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Actualizado: 13 de junio de 2025
Colón por su mano dió testimonio del uso de la aguja perfeccionada en el Mediterráneo en la carta fechada en la isla Española en Enero de 1495 que dirigió á los Reyes y cuyo texto nos ha conservado el P. Las Casas . I, cap.
Caminaron algunos pasos, y añadió: Es lástima que no queden sirenas. Y sin embargo, aún las había en tiempos de Colón... ¿No sabe usted eso?
Después, se da por satisfecho con un estipendio parecido al de un albañil y con que le digamos: «¡Amigo, qué bonito libro ha escrito usted!» El paseo de la Castellana, que sigue a la plaza de Colón, consiste en una amplia carretera para los caballeros y dos caminos estrechos a los lados para los peones.
Además, es bien sabido que Colon hizo realmente versos, habiéndose salvado algunos de los que le inspiró la musa cristiana en su Libro de las Profecías.
Ya se entiende que esto excita la curiosidad y el asombro, pero en manera alguna disminuye la gloria de Gutenberg, como no quita á Colón la gloria de haber descubierto la América el descubrimiento muy anterior y harto infecundo de los islandeses.
Colón es un hacinamiento de casas sin orden ni plan; su simple aspecto acusa su naturaleza de ciudad transitoria, plantada allí por una necesidad geográfica, pero sin porvenir propio de ningún género.
Cuando Colón, en su cuarto y último viaje, hubo descubierto el cabo de Gracias a Dios en 1502, costeó Colombia por una distancia considerable, pero no se esforzó en colonizar el terreno ni en vencer a los aborígenes. A Alonso de Ojeda se le otorgó el territorio al este del río de Darien, a que se dió el nombre de provincia de Uraba.
La epístola en que noticiaba Colón á Gabriel Sánchez el hallazgo de las islas oceánicas, se imprimió en Roma en 1493 con grabados de naves un tanto convencionales, mas no despreciables bajo muchos puntos de vista.
Vióle don Pablo llegar a Colón, abrirse la portezuela y bajar dos niñas de blanco, que al punto no reconoció, y luego... misia Goya y don Bernardino Esteven, llevando detrás, como cosido a sus talones, al mismo, al mismísimo Quilito. ¿Era casualidad? ¡Lo que le dió aquello que pensar!
D. Salvador ensilló de nuevo su mula y se puso en marcha sin demora. Desde entonces, jamás hace esfuerzos por alcanzar a los viajeros que le preceden en las rutas de la tierra. Aguas abajo. Colón El álbum de Consuelo. Una ruda jornada. Los patitos del sabanero. El "Confianza". La bajada del Magdalena. Otra vez los cuadros soberbios. Los caimanes. Las tardes. La música en la noche. En Barranquilla.
Palabra del Dia
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