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Entonces cubren las aguas el viejo paseo, y aquel lugar tan ameno y agradable presenta un cuadro imponente, cuadro que no es necesario describir, pues hartas veces lo han presenciado por desgracia los sevillanos. El viejo Arenal lleva hoy el nombre de Paseo de Colón, nombre que se le dió en 1892, cuando las fiestas del centenario del descubrimiento de América.

Abrígase allí la creencia de que sea obra del grande Almirante, pero es más probable que la delineara su hijo D. Fernando Colón, al cual perteneció. Como quiera que sea, muestra pintadas en dos lugares distintos tres naves navegando en conserva; dos de ellas con aparejo redondo y la tercera latino.

Al navegar por las costas de Cuba tuvieron mal tiempo, y Colón se refugió con su carabela en un abrigo de la costa, mientras el otro, marinero más atrevido y confiado en su habilidad, seguía adelante.

Toda esa gente vive allí en la condena de la necesidad, sin apego al suelo, detenida, en su mayor parte por el hábito que embota y es capaz de ligar al hombre hasta con la prisión. Colón, como Panamá, son puertos francos, a la manera de Hamburgo o Trieste.

Es el arte sublime de la madre que llora por su hijo, que se va á la guerra; el hijo, que es tal vez aquel hombre muerto en un escampado. La pintura que vimos ayer en Versalles, es el arte de la lágrima cristiana, como he dicho en estos apuntes más de una vez. Mas ¿por qué, preguntó el ingeniero, cuenta usted á Colon entre los genios inventores?

Lanzado mi tío, después de la muerte de su mujer, en una vida de desorden para sus años y para su seriedad, recogiéndose tarde, picado por la tarántula de las artistas de teatro y de las bailarinas de Colón, el buen viejo le había echado la capa al toro, como vulgarmente se dice.

Morsamor veía en todo esto un misterio hasta entonces velado; pero le impulsaban a romper el velo su misma oscuridad y la vaga esperanza de que fuese cierto lo que habían pensado los sabios antiguos de Grecia y lo que Colón había intentado y hasta había creído demostrar yendo por Occidente al extremo Oriente.

Isidro hacía memoria de la existencia en España de aquel aventurero, Colombo para unos, Colome para otros, pero que siempre se apellidó Colón en sus propios escritos.

No conozco las últimas producciones de este poeta que tanto promete, como La aurora de Colón, Higamota, etc. Una comedia muy popular en España, y con justicia, es La segunda dama duende, de D. VENTURA DE LA VEGA, escritor consagrado principalmente al arreglo y traducción de obras francesas.

Se cuenta que Gonzalo visitó un día a su anciana parienta doña Beatriz Enríquez, que había sido amiga del ya difunto almirante D. Cristóbal Colón, a quien retuvo largo tiempo en España a pesar de los desdenes de la Corte.