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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Cogí las cartas esparcidas en la mesa, y las recorrí con los ojos durante unos segundos. En suma dije a modo de conclusión, es el yo, siempre el yo lo que domina... Ninguna otra razón... ¿Piensan así todos los hombres, señora? Todos no, Magdalena, pero sí muchos. Sí suspiré. Y pensar que van tan alegremente al matrimonio con individuos de ese género...
Yo cogí la ocasión y convidéme, diciendo que yo era de casa y amigo viejo, y que se me hiciera agravio en tratarme con cumplimiento.
Como ya he dicho que estaba algún tanto excitado y deseaba con extraño anhelo declarar mis sentimientos a la hermana, cogí la ocasión por los pelos en cuanto se presentó. Di, chiquito, ¿te acordarás de mí cuando me vaya, o te acordarás tan sólo de los caramelos? preguntaba bajando la cabeza hasta ponerla a nivel de la del niño.
Yo cogí muchas, muchas flores para ella, y sólo éstas podían decirla mi pensamiento, cuando se las ofreció mi mano temblorosa, después de haberlas cogido en las faldas de los montes. Pronto tuvo la cintura enteramente florida, y en su mirada florecía también una sonrisa... Pues bien; mire usted, lea...
CHUPIN. ¡Sí...! Cuando me fuí de aquí, cogí a dos compañeros míos, el tabernero de la esquina y un chauffeur de taxi, y los tres nos hemos ido a reconocerte a la alcaldía del décimo distrito. ¡Aquí tienes la copia de tu partida de nacimiento...! ¡Está en regla...! ¡Ahora debes respetarme...!
Veo entrar a don Manuel, el teneor de libros de la fábrica de la señora; luego salí..., ¡vamo, que no quise ver más! Y salí escapá a contárselo a su mersé. Me lancé a mi cuarto sin responderle, me puse el sombrero, cogí el revólver y lo metí en el bolsillo, y salí a la calle, resuelto a impedir el rapto de Gloria, aunque no sabía por qué medio. Noté que Paca corría detrás de mí.
¡Ay! fueron muchos; pero muchos... Gracias que no había más público que yo. Vamos, con franqueza... estuve inaguantable. Tú lo has dicho... Es que no sé... En mi vida, puedes creerlo, he cogido una turca como la que cogí anoche.
Al cabo de un cuarto de hora, apareció por la boca-calle la berlina con las dos damas. «Hablan de mí, y le está contando cómo pasó el lance... me imita, remedando mi movimiento, cuando la cogí por los brazos... ¿Qué dirán, Dios mío, qué dirán? Me parece oírlas... Que soy un trasto y que me debían mandar a presidio». vi
Palabra del Dia
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