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Actualizado: 9 de junio de 2025


Al cabo Tristán comenzó a decir lentamente mirando al suelo: Una tarde estábamos tu hermano y yo hablando en su despacho. te fuiste al balcón y apoyaste tus codos en el antepecho. Poco después entró ese chico y apenas nos hubo saludado fue a reunirse contigo. Y comenzasteis a hablar en voz baja y a reíros mientras yo tenía la vista clavada sobre vosotros.

Creeríase que Juan Pablo las estrujaba con los codos, después de acribillarlas con su dialéctica, y cuando cogía un lápiz y trazaba números con febril mano sobre el mármol, para probar que no debe haber presupuesto, parecía un Fouquier de Thinville firmando sentencias de muerte y mandando carne a la guillotina.

Como el señorito permanecía serio, de codos en la mesa, las manos cruzadas bajo la barba, otras palabras del señor de la Lage acudieron a la memoria del capellán: «Todo eso de la casa de mi sobrino debe ser un desbarajuste.... Haría usted una obra de caridad si lo arreglase un poco». La verdad es que él no entendía gran cosa de papelotes, pero con buena voluntad y cachaza....

Don Guillen apoyó los codos en las piernas, la frente en las palmas. Hubo un largo silencio. Irguióse y enhebró la interrumpida hebra del discurso: [Nota: DRAMA DE CONCIENCIA DE DON GUILL

Y me preguntó con mucho interés, con «demasiado» interés, quien era un joven recién llegado a Villaverde, que vive en esta casa, y que tarde a tarde, se pasa las horas muertas, en un asiento de la Plaza, de codos en la baranda, y vuelto hacia.... Hacia la casa del señor Fernández. ¿No es eso? concluí riendo. Ella prosiguió: Y oyendo tocar a una señorita que vive allí.

22 Pero cayó Judá delante de Israel, y huyó cada uno a su estancia. 23 Y Joás rey de Israel prendió en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás hijo de Joacaz, y lo llevó a Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del ángulo, cuatrocientos codos.

Tornó á brotar en su pecho la pura alegría que siempre le acompañaba, manifestándose al exterior de una manera infantil. Empezó á charlar por los codos y á caminar con más celeridad. De buena gana hubiese dado brincos. Cuando alguna rama ó vástago importuno interrumpía el camino, ya de muy lejos se daba á correr para separarlo y que la condesa pasase cómodamente.

La música, apelotonada en un extremo del comedor, había cambiado de ritmo, y las parejas, así como iban entrando, giraban enlazadas siguiendo las caricias de un vals. Instintivamente se recogió Maud la cola del vestido, apoyó Ojeda un brazo en su talle, y experimentaron cierta sorpresa al verse entre los danzarines demasiado numerosos, que chocaban con rudos encuentros de codos y de grupas.

Después haciendo un esfuerzo alzó sus codos de la baranda, contempló todavía con distracción el horizonte obscuro, sacó del bolsillo su llavero, del llavero un lápiz y escribió tres palabras sobre el mármol. Entró en sus habitaciones, se dirigió a su armario y tomando de allí la ropa y los objetos más indispensables los empaquetó en una maleta.

6 E hizo las varas de madera de cedro, y las cubrió de bronce. 10 sus columnas veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 11 Y del lado del aquilón cortinas de cien codos; sus columnas veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.

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