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Actualizado: 26 de junio de 2025


En vez de mezquinos ventanillos con misteriosas celosias, distribuyéronse en las fachadas proporcionados vanos para balcones y ventanas, decorados con sendas pilastras y frontispicios arquillos con sus robustos y cincelados barandales de hierro, apoyados en labradas tornapuntas; las otras con magnificos herrajes enriquecidos con volutas y tarjas, flameros, geniecillos y pirámides; y las reglas eurítmicas más acomodadas á los principios del viejo clasicismo, aplicáronse á las nuevas casas, prestándoles un aspecto tan majestuoso como rico.

La atmósfera intelectual creada por tales artistas y poetas, de los cuales unos eran ya muertos y otros aún vivían, fue el ambiente que comenzó a respirar Diego Velázquez, quien casi niño salió de poder de Herrera, adusto y regañón, original e intransigente, que dibujaba con cañas quemadas y pintaba con enormes brochas, y fue a parar a la escuela de un hombre bondadoso, apacible, imitador de los italianos, cuya morada debía de ser academia donde prevalecía el gusto clásico, fruto de la más pulcra ilustración, pero al fin clasicismo de reflejo.

Declárase más el divorcio con el clasicismo pasado cuando el Borromino logra secuaces entre nosotros, cuando Alonso Cano traza en 1649 su arco para la entrada de la reina D.ª María Ana de Austria en Madrid, es decir en la segunda mitad del reinado de Felipe IV. Entonces el Rizi contribuía quizá mas que otro alguno á precipitar esta revolucion artística, con las decoraciones que como perspectivo ejecutaba para el teatro del Buen Retiro, y que la corte entusiasmada aplaudia.

Oh dioses!" exclamó, penetrado aún del espíritu clásico. Pero era natural. ¿Quién soporta una tragedia con plaza pública, verdadero almacén de endecasílabos? ¿Quién soporta una tan grande ración de clasicismo á aquellas horas, después de oír veinte discursos, después de haber cenado? Aún faltaba algo.

En ellas, en particular en la más célebre entre todas, Indulgencia para todos, así como en la última, Contigo pan y cebolla, se muestra hábil imitador de Moratín, observando como él las reglas é imprimiendo tendencia moral en sus obras, pero aventajándole en sus dotes poéticas, que á veces traspasan las vallas del clasicismo en gracia y en animación cómica.

Y aunque algún personaje de espíritu ligero y afeminado manifestó por lo bajo que lo que él aplaudía eran los ojos negros y los dientes blancos de las peñascas, tenemos la certeza de que la mayoría supo apreciar perfectamente la intención pura y el clasicismo del himno del vate de Peñascosa.

, señor dijo el muchacho, y papá me ha prometido hacerme un vestido negro para cuando acabe una tragedia excelente que estoy haciendo... ¡Tragedia! , señor, en once cuadros... ya sabe usted que en París no se hacen ya esas obras en actos... sino en cuadros... Es una tragedia romántica. El clasicismo es la muerte del genio, como usted sabe... ¿Le parece a usted que se podrá representar?

La tragedia, ajustada á la rigidez de las antiguas reglas, ha desaparecido con la atmósfera cansada é insoportable que la envolvía, y hasta los escritores, antes los partidarios más decididos del clasicismo, han renunciado por entero á sus antiguas preocupaciones; pasó ya la primera explosión de la libertad, recientemente alcanzada, y producciones originales, siempre de mayor mérito, é hijas de los esfuerzos más nobles, se van sobreponiendo á las frivolidades extranjeras y á los absurdos nacionales.

Si de mozo no sedujo a Velázquez el clasicismo sabio, pero frío de Pacheco, tampoco se dejó deslumbrar por la magnificencia de Rubens, a quien seguramente vio, en su visita a Madrid, pintar originales y copias: ni su entusiasmo por Tiziano y Tintoretto, le hizo vacilar en aquel amor que mostró dentro de lo verdadero a lo más sencillo.

Sólo después que en Francia alcanzó la victoria la nueva escuela, hasta el punto de que dramas, llamados románticos, penetraron en el santuario del Theâtre française, hubo también en España algún movimiento más libre en esta dirección. En el año de 1834 terminó el predominio del clasicismo, y los teatros de Madrid se abrieron á dramas de formas menos estrechas.

Palabra del Dia

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