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Actualizado: 29 de junio de 2025


Raro parece que Fernández de Navarrete, tan entendido en materias náuticas y tan escrupuloso en las investigaciones de su historia, al censurar con razón á los que atribuyen á Caboto y navegantes posteriores el descubrimiento de la variación, por que lo dijeran Muñoz y los que cita, incurriera en el mismo error de atribuirla á Colón y en el de pensar que se obscurezca su mérito con negarle éste que no le pertenece.

Esto tiene que pasar. ¡Bah! no faltaba más, siempre he sido dueño de ... y ahora había de empezar a ser... un majadero...». Se acordó de su cita con la Regenta. Sintió un alivio su furor sordo. «Pronto es mañana.... A las ocho ya sabré yo.... lo sabré... porque se lo preguntaré todo. ¿Por qué no? A mi manera.... Tengo derecho...».

No traigo aquí esta cita como prueba de milagro, sino como prueba candorosa de la facilidad, del tino, del inexplicable don del cielo con que aquella mujer, que no sabía gramática, ni retórica, que ignoraba los términos de la escuela, que nada había estudiado en suma, adivinaba la palabra más propia, formaba la frase más conveniente, hallaba la comparación más idónea para expresar los conceptos más hondos y sutiles, las ideas más abstrusas y los misterios más recónditos de nuestro íntimo ser.

Frígilis tenía prisa, quería dejar a don Víctor cuanto antes para correr en busca de don Álvaro y advertirle de que Quintanar sabía su traición, para que se abstuviera de asaltar el parque aquella noche y acudir a la cita, si la tenía como era de suponer.

Y generalizando el caso, ¡cómo se reirían las mujeres de los hombres si les vieran pensar! <tb> A todo esto sin llover; es decir, don Juan, imposibilitado de hablar con Julia, la niñera, que ni se acordaría tal vez de la cita.

Para que nadie se entere, porque no quiero disgustar ni ofender a nadie, debe ser la cita, y debo ir yo a ella, después de anochecido. ¿Y quién es la persona que ha de citar a vuecencia y que gasta tanto melindre? se atrevió a preguntar Longino. Pues la persona contestó don Andrés bajando más la voz es Juanita la Larga.

Es más: ni siquiera se sentía con la desenvoltura y la seguridad convenientes para presentarse a su padre habiendo de por medio aquella cita misteriosa.

La de Saavedra Fajardo, que cita La

Y pálido y trémulo, se aproximó y puso sus labios en la frente de la criatura, mientras la dama le contemplaba con sonrisa provocativa y triunfal. La cita. Esta fue la tercera noche en que el conde de Onís apenas pudo cerrar los ojos. Nada más natural que en las dos anteriores estuviese agitado, calenturiento; pero ahora, ¿por qué? Todo se había resuelto como apetecía.

Al día siguiente, mucho antes de la hora habitual, Jacques se hallaba en el sitio de la cita, ocupando el banco que había escuchado la conversación de la víspera.

Palabra del Dia

lanterna

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