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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Todo esto no dura mas que un segundo; nuestras quejas no se prolongan más que el canto de la cigarra en otoño; y tales cantos ¿pueden impedir la llegada del invierno? ¿No es preciso que a cada cosa le llegue su día, que todo muera para que vuelva a nacer? Ya otras veces hemos muerto y hemos renacido, y deberemos morir y renacer en lo porvenir.
¡Lo mismo que en la vida humana! exclamo con asombro . ¡Igual que entre los hombres! Sí; igual que entre los hombres contesta el naturalista, y continúa su relato. La cigarra es un elefante comparada con la hormiga, un monstruo antidiluviano que podría aplastarla desplomándose sobre ella. Pero no tiene mandíbulas ni es carnicera.
Absorbe hasta la última gota, y cuando la fuente queda seca, marcha en escuadrón á la descubierta de la cigarra, que ha abierto un segundo manantial, y le roba igualmente el fruto de su trabajo.
¿Qué te importa si en el mundo Tu fama no se pregona? Tú ya tienes la corona Del poeta popular. Y es mas bello, que en el bronce, En el mármol ó granito, Haber sus obras escrito En la memoria tenaz. ¡Qué te importa! si has vivido Cantando cual la cigarra, Al son de humilde guitarra Bajo el ombú colosal!
La hormiga, avara y sin entrañas, la explota y la gobierna á pesar de su pequeñez, lo mismo que en el mundo de la criminalidad vertical, los hombrea del «cofre-fuerte», de la mano imantada que atrae á los céntimos y del paño duro que exprime, dominan á las grandes masas. Hasta en su muerte se ve explotada la cigarra por el triunfante parásito.
Los poetas del Ganges, que conocían exactamente la vida de las bestias, debieron poner la hormiga frente á otro animal. El sabio Fabre, poeta de los insectos, fué el primero que, en nuestra época, escuchando á la cigarra en sus tierras de Provenza, se le ocurrió rectificar con observaciones directas la exactitud de la fábula.
Ese teatro de Monte-Carlo resulta, en ciertos días, el templo de la imbecilidad musical... No; mejor será que conozca lo que damos esta tarde. Es la obra de una millonaria que lo escribe todo, música y versos. Y leyó en alta voz los títulos de varías «escenas pintorescas»: Diálogo entre la mariposa y la rosa, Lo que la palmera le dijo al agave, Plegaría de la cigarra á nuestro padre el Sol.
¡Pobre cigarra! ¡Infeliz artista del mundo de las hojas, calumniada en el mundo superior de los hombres!... Como no almacena, es una bohemia indigna de respeto; como se alimenta de miel y canta á todas horas, no trabaja seriamente; como carece de mandíbulas y abandona el sitio á los que se deslizan á traición por debajo de su vientre, los usureros subterráneos, las bestias de patas ganchudas que engordan con los muertos, tienen derecho á robarle su obra.
La imprevisora y loca cigarra de la fábula es un ser laborioso y dulce, explotado hasta la muerte. En cuanto á la hormiga, modelo de economía doméstica que los padres ofrecen á los hijos, es una bestia rapaz que desde el mundo de la pequeña animalidad influye fatalmente sobre los hombres.
Mi amigo el naturalista se indigna mientras la voz infantil va desarrollando la acción de la conocida fábula, la cigarra imprevisora y alegre que canta sin pensar en el porvenir, y cuando llega el invierno, transida de frío y vacilante de hambre, va en busca de la hormiga para implorar un préstamo.
Palabra del Dia
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