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Actualizado: 1 de junio de 2025
Su mérito literario es casi siempre escaso, y al parecer, se escribieron más bien por acceder á los deseos y á la conveniencia de los directores de teatros, que por inspiración espontánea del poeta. Poetas dramáticos valencianos. Francisco Tárrega. Gaspar Aguilar. Ricardo de Turia. Carlos Boyl. Miguel Beneyto. Vicente Adrián. Guillén de Castro. Su Cid y el de Corneille.
¡Dónde estás, dónde estás, amigo mío! Ora acaso gala y brío mostrarás cabe el Elba o Reno frío. Fiera lid, fiera lid y sus azares tú prefieres, o ir por mares, bravo Cid, a este suelo de azahares. No más ya, no más ya tu mente amada en placer embelesada llorará los vergeles de Granada. Pienso en ti, pienso en ti con dulce empeño cuando el plácido beleño me da, sí, con tu imagen blando ensueño.
Se llama el brigadier de caballería D. Jaime Pimentel y Moncada, valiente como el Cid, de noble prosapia, joven y gallardo. Ya le verán ustedes, ya le verán ustedes, porque pronto vendrá a visitar el distrito.
En lo de que hubo Cid no hay duda, ni menos Bernardo del Carpio, pero de que hicieron las hazañas que dicen, creo que la hay muy grande.
La segunda parte de Las mocedades, que refiere las demás aventuras de la juventud del Cid, y los sucesos enlazados con ellas, como el asesinato del rey Don Sancho delante de Zamora, etc., se asemeja á la primera por el interés que excita, pero no en sus bellezas poéticas aisladas.
Los cimientos y diferentes cuerpos y fachadas del Alcázar datan de épocas muy distintas. Fundada en el mismo sitio una fortaleza romana, despues goda y en seguida árabe, el conquistador de Toledo, Alfonso VI, varias veces mencionado, le dió mas grandiosas formas, haciendo gobernador del castillo nada ménos que al heróico Cid campeador.
Preséntase de nuevo Ximena acompañada de cuatro servidores llorosos, y acusa á Rodrigo en los mismos términos que lo hace en el romance. El Rey le promete desterrar al Cid en castigo de la muerte de su padre.
Allí estaban los héroes de las antiguas fiestas: el Cid gigantesco, con su espadón, y las cuatro parejas representando otras tantas partes del mundo, enormes figurones con los vestidos apolillados y la cara resquebrajada que habían alegrado las calles de Toledo, pudriéndose ahora en los tejados de la catedral.
Indicaremos ahora el orden y sucesión de sus escenas para facilitar su cotejo con el drama de Corneille . Los conocidos y populares romances del Cid son el fundamento de Las mocedades, y en parte se han entretejido en el diálogo con grande habilidad.
Parece que este monarca, muy joven aún, tenía la memoria muy flaca en materia de deudas, puesto que el cabildo pensó acudir a la justicia para reclamar el pago de la contraída. Pero ¿dónde estaba un escribano bastante valiente para presentarse a don Pedro con una notificación en la mano? Era necesario para esto un escribano Cid, o Pelayo, como no suele haberlos en el mundo.
Palabra del Dia
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