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Actualizado: 1 de junio de 2025
JERÓNIMO CÁNCER sobresale en particular por su talento cómico y por su fecundo ingenio, habiendo vivido en la corte de Felipe IV atendido y considerado por todos. Sus obras burlescas, Mocedades del Cid y La muerte de Baldovinos, son de una gracia incomparable y de las mejores de esta clase que posee el teatro español.
Ana veía en los pormenores de la vida de beata mil motivos de repugnancia; pero prefería apartar de ellos la atención: no dejaba que el espíritu de contradicción buscase las debilidades, las groserías, las miserias de aquella devoción exterior y bullanguera. No quería censurar, no quería ver. Pero a sí misma se comparaba al cadáver del Cid venciendo moros.
Cuando reflexionamos en la excelencia de las obras de este poeta, no podemos menos de deplorar que no se hayan divulgado como merecen, puesto que, á excepción de Las mocedades del Cid, sólo se hallan impresas en antiguas colecciones, cuyos escasos ejemplares son hoy muy raros.
En otro tablado frontero se ve al Cid, juez del campo, y á su alrededor á los caballeros más distinguidos del ejército castellano. Preséntase el acusador Don Diego de Lara, y en seguida el hijo mayor de Arias Gonzalo, que se inclina ante la Infanta; pide al padre su bendición, y comienza la pelea. Al poco tiempo cae á sus pies con una herida mortal.
Ya mencionamos antes algunos ejemplos famosos de tales imitaciones, como el Cid y el Menteur, de Corneille, y el Festín de Pierre, de Molière, cuando hablamos de Guillén de Castro, Alarcón y Tirso de Molina.
Ingratitud por amor, autógrafa con firma. Quien no se aventura... Allá van leyes donde quieren Reyes. La manzana de la discordia y robo de Elena, de Don Guillén de Castro y Mira de Mescua. Se ha sostenido que Corneille utilizó también otro drama, El honrador de su padre, de Juan Bautista Diamante, muy parecido á su Cid.
Don Bernardo, of whom we see but little, recalls don Diègue of Corneille, to whom he is directly related, for Guillén de Castro is a worthy disciple of Lope de Vega and wrote many plays, including las Mocedades del Cid, in his manner, and Corneille's indebtedness to the former is too well known to need explanation.
Pero cuando vio que el descendiente del Cid se limitaba a adorarla con todo su corazón y a decírselo en alta voz, y a pedir su mano a su hermana con el consentimiento de su padre, sus pensamientos románticos disminuyeron considerablemente.
Dar dinero a préstamo le parecía una mezquindad. Las angustias de los labradores eran cuando moría el caballo y había que comprar otro. Por esto don Jaime se dedicó a vender a los hortelanos bestias de labor más o menos defectuosas que le proporcionaban unos gitanos de Valencia y que él colocaba con tantos elogios cual si se tratase del caballo del Cid. Nada de venta a plazos.
El valor caballeresco terminó con la invención de la pólvora, y la fiereza de raza ha muerto para siempre con el advenimiento del industrialismo. Si resucitase el Cid, estaría en presidio, se habría dedicado a ladrón de carreteras, no pudiendo acoplarse a las desigualdades e injusticias de la vida moderna.
Palabra del Dia
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