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Actualizado: 1 de julio de 2025


Entónces respiré como un hombre que despierta y se libra de una pesadilla. «Heme aquí emancipadome dije, y tomé el camino de Valencia. Poco despues almorzaba yo en un vasto salon del hotel ó fonda del Cid, uno de los muchos que hay en Valencia.

Uno de estos testimonios notables, de que habla Tieck en el prólogo á su teatro alemán, es el que ofrece un poeta también alemán, traductor de El Cid, de Corneille, prometiendo hacer otra traducción de La fuerza lastimosa, de Lope de Vega, y dando á entender que era entonces muy leída en Alemania.

Amaranta me presentó gravemente a él, diciéndole que yo era un gran militar, una especie de Julio César por la estrategia y un segundo Cid por el valor; que había hecho mi carrera de un modo gloriosísimo, y que había estado en el sitio de Zaragoza, asombrando con mis hechos heroicos a españoles y franceses.

Si creyésemos esto estaría perdido todo; pero si creemos, como yo creo y quiero creer, que los españoles de ahora están forjados del mismo metal y tienen el mismo temple de que fueron forjados y que tuvieron el Cid, el Gran Capitán, el duque de Alba, Cortés y Pizarro, no hay nada perdido.

El monumento mas antiguo del romance castellano, es el poema del Cid, que en este momento tengo ante mis ojos.

Si, á pesar de todo, existen algunas bellezas en El Cid francés, no han de atribuirse al imitador, que ha hecho cuanto podía para borrarlas, sino á la excelencia del modelo, que no podía desaparecer ni en las manos más torpes.

Cuenta, pues, la historia, que Sancho no durmió aquella siesta, sino que, por cumplir su palabra, vino en comiendo a ver a la duquesa; la cual, con el gusto que tenía de oírle, le hizo sentar junto a en una silla baja, aunque Sancho, de puro bien criado, no quería sentarse; pero la duquesa le dijo que se sentase como gobernador y hablase como escudero, puesto que por entrambas cosas merecía el mismo escaño del Cid Ruy Díaz Campeador.

Pilar, diestra en táctica, retrocedió para saltar mejor. Es verdad que conociéndote a ti... y a él, cualquiera sería tan confiado como Miranda.... , ya se sabe, una santita, un angelín de retablo... y él... él es un caballero chapado a la antigua, a pesar de sus manías... más fama tiene que el Cid. ¡Ya viene de atrás!

Pero hay más: en la comedia española disminuye el tiempo el dolor de Ximena por la muerte de su padre, y aumenta su amor y admiración por el Cid, merced á la larga serie de sus brillantes hazañas, y á las repetidas pruebas de su eterna fidelidad y cariño á ella; en la de Corneille, al contrario, bastan unas cuantas horas para que ofrezca su mano al matador de su padre, poco después de su muerte, y cuando hasta podría hallarse expuesto su ensangrentado cadáver .

Un año antes de imprimirse en Valencia la primera parte de las comedias de Lope, apareció en Lisboa el siguiente tomo, hoy bastante raro: «Seis comedias de Lope de Vega Carpio, cuyos nombres de ellas son estos: De la destrucción de Constantinopla. De la fundación de la Alhambra de Granada. Las açañas del Cid y su muerte, con la toma de Valencia. De los amigos enojados y verdadera amistad.

Palabra del Dia

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