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Aquel año, por lo mismo que su sobrino estaba en el lugar, D. Acisclo quiso echar el resto, en el Jueves Santo, y la cena algo profana, a que dio ocasión la salida en procesión de la Santa Cena, fue opípara y estruendosa. Doña Luz estuvo amabilísima con todos, y doña Manolita muy alegre y chistosa.

Nieves era una rubia alta y esbelta, de cutis blanco y transparente, ojos azules claros, nariz y boca perfectas. Tenía veintidós años de edad, y un carácter que era una bendición del cielo. Imposible estar melancólico a su lado. No que fuera decidora o chistosa; nada de eso. La pobrecilla tenía poco más ingenio que un pez.

Pero imagino que ésta, como otras muchas de las sátiras locales, era personal, y más bien una reflexión sobre la bajeza del medio que sobre la inmoralidad del fin. Fuera de esta chistosa excepción, nadie molestó al beodo.

No tomaba parte muchas veces en la conversación, porque tenía la desgracia de que no se le ocurría jamás una frase oportuna o chistosa; cuando lo hacía, era únicamente para manifestar su aprobación absoluta e incondicional a las palabras del conde, o para interrumpir con un ¡oh! o con un ¡ah! que expresaban su admiración y simpatía.

No tengo tanta imaginación como usted, pero alguna respondió el general un poco molestado por la risa que la frase de Pepa había producido. Esta Pepa era una mujer que gozaba fama de chistosa en sociedad, aunque realmente su gracia se confundía a menudo con la desvergüenza.

En este aprieto pidió auxilio a Manuel Antonio. Se le había metido en la cabeza una broma chistosa, y antes de renunciar a ella consentiría en cualquier alianza. Desengáñate, Santos decía el marica, de acuerdo con Paco, paseando cierta tarde por el Bombé con Granate, , como te has pasado más de la mitad de la vida detrás de un mostrador, no entiendes nada de estos lances.

Dígote, amable Abu-el-Casín exclamó alborozado el Sultán , que ese loco es lo más deliciosamente caprichoso que pueda idear la imaginación más chistosa; me declaro por su favorecedor, y de él espero el feliz desenlace de esta aventura.

Se reía de las ruindades y estupideces de todos los partidos, pero a menudo era presa de desalientos, que se reflejaban en alguna ocurrencia chistosa. Jamás lo vi exaltarse; se conservaba en calma, en medio a los variados rugidos de sus huéspedes, seguro siempre, de que suya sería la última palabra, pues veía claro y lejos. Sin embargo, sus antipatías eran vehementes y execraba a los republicanos.

El mismo Taylor, que pretende, que desea, que aspira de buena fe á hacer nuestra apología, ya desde el segundo renglón de su libro nos califica de indolentes y de crueles. La acusación de fanatismo y de superstición que el Sr. Taylor lanza á menudo contra nosotros casi no nos ofende, y, de puro poco razonable y fundada, nos parece chistosa.

No hay quien visite á Basilea que no sienta su curiosidad muy picada por la chistosa tradicion de una costumbre muy original que hubo en la ciudad hasta fines del último siglo: la de tener todos los relojes públicos adelantados una hora, en prueba de gratitud, dicen, por un hecho análogo y casual que en otro tiempo salvó a la ciudad de un gran peligro.