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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Unas veces el sol hacía arder el suelo, levantando ante el paso del transeúnte nubes rumorosas de moscas; otras, los charcos de las rarísimas lluvias obligaban á los habitantes á marchar con agua hasta la rodilla para ver al vecino de enfrente. Según avanzaba Watson entre las dos filas de viviendas, fué encontrando á los principales personajes del pueblo.
Aquel día se sirvió un almuerzo que á todos pareció suculento, la alegría reinó en todo el campamento y á la mañana siguiente, 30 hombres de infantería al mando del valeroso oficial Estévez, hicieron un minucioso reconocimiento por los lugares donde el día anterior se había librado la batalla, encontrando 12 muertos y gran número de charcos de sangre.
El agua entraba por el techo, que tenía más agujeros que una criba, y después que las gotas salpicaron de agua el suelo polvoroso, siguieron menudos chorros que formaban charcos en diversos puntos. Esto es vivir en campo raso dijo Salvador con escalofrío . ¿Sabes que me parece has encontrado el sitio de la batalla? ¿Cuál? Este páramo.... Es indispensable que salgas de aquí.
Ello era que Vetusta estaba metida en un puño. Entre el agua y los jesuitas la tenían triste, aprensiva, cabizbaja. El aspecto general de la naturaleza, parda, disuelta en charcos y lodazales, más que a pensar en la brevedad de la existencia convidaba a reconocer lo poco que vale el mundo. Todo parecía que iba a disolverse.
Tomaron apresuradamente chocolate, y después de haber besado a Dª Josefa con efusión, la presunta monja salvó la puerta y se deslizó rápidamente por la calle abajo. Diez minutos después salió el P. Gil. La noche estaba oscura y húmeda. Había llovido bastante. La calle, llena de charcos; la carretera, de lodo.
10 Y será que junto a él estarán pescadores; y desde En-gadi hasta En-eglaim será tendedero de redes, en su clase será su pescado como el pescado del gran mar, mucho en gran manera. 11 Sus charcos y sus lagunas no se sanarán; quedarán para salinas.
En la agitación de aquel vuelo vertiginoso, la pluma subía á veces á tanta altura, que apenas podía distinguir los objetos; otras descendía hasta rozar con la tierra, y contemplaba su imagen fugitiva en la superficie verdosa de los charcos.
Allí las emociones de Isidora fueron una alegría casi infantil, un deseo vivo de correr, de despeinarse, de entrar descalza en los charcos de las acequias, de subir a las ramas en busca de nidos, de coger flores, de dormir a la sombra, de cantar.
Todavía en las casas aristocráticas de los lugares suele haber uno como bufón o gracioso, que recuerda, si bien por lo rústico, al lacayo de nuestras antiguas comedias. Este gracioso posee mil habilidades; caza zorzales con silbato y percha, y jilgueros con liga o red, y pesca anguilas metiéndose en los charcos y arroyos, y cogiéndolas con la mano.
Ocupaba el primero, como hábil capitán, las alturas sinuosas, y los desalmados del bando contrario se dispersaban por el llano, al borde de los charcos verdosos. Habíalos seguido el pavo, y colocándose en lugar seguro, de donde dominar pudiera la perspectiva del campo de batalla, les animaba con sus guerreros toques a degüello.
Palabra del Dia
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