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Actualizado: 11 de junio de 2025
La persona á quien nos encontramos, el sujeto muy allegado al noble y bondadoso Lesperut, acaba de abusar de nuestra amistad y de nuestro cariño. Si el honrado viejo lo supiera, sufriria un disgusto de muerte; pero, de seguro, no lo sabrá. Mi atribulado y afligido bolsillo lleva otro asalto algo mayor que el de Vefour; algo mayor tambien que el otro asalto del inolvidable Champeaux.
Anduvimos más, y al principio de la fachada de otro edificio, ayudado por cuatro tubos de gas que la decoraban, volví á leer Champeaux, y más adelante, en letras mayores, restaurant Champeaux, y en el otro extremo, Champeaux, y muy abajo, casi rayando con la acera, restaurant Champeaux.
Bajo el influjo de la primera impresion creí hallarme en el memorable restaurant Champeaux, plaza de la Bolsa, é hice involuntariamente ademán de irme, pero la memoria de los tres francos me detuvo.
Mi mujer me oprimia del brazo, como si quisiera decirme que nos fuéramos, y viendo que yo me resistia, me dice en voz muy baja: Esto va á ser la segunda parte de Champeaux, más lastimosa y trágica todavía. Yo la apreté su brazo con el mio, queriéndola significar que ya sabia que me hallaba en una maroma, y que procuraria equilibrarme para no caerme.
Primera: porque hay cosas que son como la carne que está podrida; tienen un olor que las denuncia. Yo veia lo que me iba á suceder en el gracioso restaurant Champeaux. Segunda: porque no queria ser servido por caballeros de frac negro, corbata blanca y cabellos de dama galante.
Recado de la señora del hotel. Paseo á pié. Extravagancias de una cosa que en Paris se llama gusto civilizado. Sueldo francés. Calcetines. Sortija. Chaleco. Pipa. Sombrero de paja. Programa. Rótulos. Cocina francesa. Fin del dia. Me desperté á las siete de la mañana, sentí un grande amargor de boca, y no pude menos de atribuirlo al restaurant Champeaux.
No pude menos de decir á mi mujer: Cosa notable debe ser ese buen restaurant Champeaux, cuando tan de manifiesto se pone, sin temor de que se le descubran las faltas. Vamos á comer, y empujamos la puerta del dicho Champeaux. Véanos el lector en un salon pequeño, pero adornado de espejos magníficos, de magníficos tubos de gas, y de mesas muy blancas, con un servicio esmerado y gracioso.
Palabra del Dia
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