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Actualizado: 10 de julio de 2025
Quiero yo significar con esto que si bien los juegos florales se han celebrado en Bilbao, en Salamanca, en Almería, en Cádiz, en Calatayud, en Zaragoza y en Orense, todos los mantenedores, cuál más, cuál menos, se han ido por los cerros de Úbeda. No condeno yo semejante aberración. Me limito a declarar que existe.
Al occidente el cordon de cerros ó montañas desnudas de árboles, que determinan el valle marítimo de Valencia, cerrando el horizonte á distancia de seis ó siete leguas. Al oriente el Mediterráneo, azul blanquecino, tranquilo, surcado por los buques, veleros y reflejando magníficamente los resplandores de un sol casi africano.
Dicho rio, creido Corrientes, es inequivocable por los cerros de Itapucú que tiene inmediatos, y sus cabeceras se hallan, segun el mapa de los mismos demarcadores, junto á las del rio Monici ó Yaguarey, que es mas caudaloso que el Igatimí, y emboca dividido en tres en el Paraná por el oeste.
Pues es el camino real. ¿Veis otra rayita que cruza la vega por este lado de la izquierda, en dirección a los mismos dos cerros en que se pierde el camino? Pues es la senda que une a Villavieja con él.
Por esto pues, dí la órden de marchar, y estando ensillando me dieron aviso de que por la orilla opuesta del rio se divisaban seis indios, con lo que hice salir una partida en su alcance, mandada por el Comandante del Fuerte de San Carlos, D. Francisco Esquivel y Aldao, quien por mas que se empeñò no les pudo dar alcance, pues se habian ya retirado aquellos á los cerros.
Manaba en oro y hoy está condenada á recoger el que contienen las arenas de sus rios; armábanse á su voz millares de soldados, y hoy se pierden en la cavidad de su boca sus palabras; mirábanla los reyes con envidia desde lo alto de sus cerros, y hoy pasa junto á ella el viajero preguntando con indiferencia por la mendiga que reflejan el Genil y el Darro.
La tierra pareció sonreír bajo su húmeda máscara. Los charcos de lluvia brillaron con temblones reflejos, como si se poblasen de peces de fuego; los caseríos rojos y blancos surgieron como vigorosas pinceladas en los cerros de verde obscuro que limitaban el horizonte. La torre de Santa Cruz parecía una llama recta sobre los tejados de Madrid.
Presentóles la batalla, que admitieron audaces, haciéndoles una larga y obstinada resistencia, hasta que derrotados y puestos en una vergonzosa desordenada fuga, dejaron sembrados de cadáveres y despojos, á disposicion del vencedor, los eminentes cerros que tenian por inespugnables.
Allí falta toda vegetacion, porque los vientos de los Alpes asolan el terreno, y apénas se ven, de distancia en distancia, ya algunas ruinas gigantescas de castillos feudales dominando las mas altas eminencias y como inclinadas sobre los abismos, ya algunas pequeñas poblaciones trepadas á la falda de los cerros como para recibir proteccion de esos castillos, y semejando desde léjos cada una un vasto nido de águilas adherido á los picos de las rocas.
Los colombianos traían marcadas en las heridas de la carne, y muchos en las del corazón, las huellas del largo batallar en las llanuras de Venezuela y en los Cerros granadinos, contra la fuerza, la arrogancia y el valor españoles. Los argentinos recordaban la incomparable hazaña del paso de los Andes, cuando en las alturas donde mora el cóndor habían librado combates inmortales.
Palabra del Dia
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