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Actualizado: 8 de julio de 2025
Los músculos orbiculares se contrajeron y ensancharon, los párpados se cerraron y abrieron, aleteando con loca rapidez. Los ojos rodaban en sus órbitas, lanzando una luz extraña, como si la electricidad de la convulsión reflejase en sus pupilas verdosas centellas. Las mandíbulas se cerraron fuertemente, ensangrentando la lengua.
Se oyó un estrépito formidable; y no quedó nada, lo que se llama nada, sobre la mesa, porque los cinco palos fueron a estrellarse en la cara de Maravillas; la bola de Leto saltó tras ellos, con diferente rumbo por suerte de Tinito el sabio; y las otras dos, por haber chocado la del Ayudante con el mingo que estaba en cabaña, desaparecieron en las troneras, después de rebotar unos instantes de baranda en baranda, como si las persiguieran centellas.
Era una herida ancha y redonda como una cornada. La mano alevosa había hincado el puñal en el pecho, a la altura del corazón, buscando rabiosamente la víscera. Ramiro sentía ahora que los bordes se despegaban de nuevo; y, al menor cambio de postura, el dolor, un dolor fulguroso, partía de la llaga hacia todo su cuerpo, semejante a una dispersión de centellas.
Cuando llegaron, jadeantes y doloridos, a un sitio resguardado de la terrible lluvia de piedras, la herida del marroquí chorreaba sangre, tiñendo de rojo su faz amarilla. Lo extraño era que el descalabrado callaba, y la que había salido ilesa ponía el grito en el cielo, pidiendo rayos y centellas que confundieran a la infame cuadrilla.
Es el aire más húmedo que seco, a causa de los muchos bosques y ríos, y en los pueblos inmediatos a ellos se experimentan en el invierno frecuentes neblinas, que duran hasta las 10 del día. Son frecuentes los huracanes, y mucho más las tormentas de truenos, en que caen algunas centellas, y no se experimentan terremotos.
Los unos salen á ostentar su grandeza, y brillan á la luz del sol ó de las innumerables centellas de gas que iluminan las calles, persuadidos de que la turba los admira como semidioses.
Contra todos estos abusos disertó con vehemencia, o más bien lanzó centellas y rayos, discurriendo más por extenso sobre el lujo femenino y encareciendo los males que de él proceden.
=A la muerte del rei don Enrique III en Toledo.= Decir de Juan Alfonso de Baena. El sol innocente con mucho quebranto Dejaba á la luna con sus dos estrellas: A muchos señores é dueñas, é doncellas, Por ser fallescido, los puso en espanto; Por ende, señores faciendo grant llanto En altos clamores le demos querellas A Dios é la Vírgen: lanzando centellas, Con grandes gemidos fagamos su planto.
La mar sube por cima las estrellas; Los cielos hácia abajo se bajaban; Las olas parecia que centellas Por cima de las aguas arrojaban. Lloraban las mugeres y doncellas; Los hombres grande grita levantaban; De sola contricion ya se procura, Que al mar tienen por cierta sepultura.
Cuando truena y caen rayos creen que algún difunto que vive allá con las estrellas, está enojado con ellos, y aunque muchas veces caen rayos y centellas, no hay memoria de que hayan hecho daño ni muerto á ninguno. No tienen, pues, ni adoran otro Dios que á su vientre, ni entienden en otra cosa que en pasar buena vida, la mejor que pueden, viviendo en todo como brutos animales.
Palabra del Dia
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