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Actualizado: 26 de junio de 2025


Todo lo encontraba natural, nada le sorprendía; la vuelta de Sagrario al hogar no le había causado la menor extrañeza. Esteban huía una vez terminada la comida, para no volver a casa hasta la noche. Después de la cena se encerraba en su cuarto, dejando a su hermano y a su hija en la sala de entrada.

A los ocho ó quince días de la entrega del habilin, se prepara otra cena, previo aviso á todos los parientes de una y otra parte, y si á la conclusión de aquella devuelve el padre de la dalaga al amang-cruz las dos monedas, es señal de calabazas en redondo; si no hay devolución, el pretendiente pasa á ser novio oficial.

Los de afuera piden hospitalidad y descanso á los de adentro, cantando la crudeza del tiempo, lo cansado de sus cuerpos y los sufrimientos de su espíritu, hasta que compadecidos los dueños de la casa abren las puertas y una vez que judíos, moros y cristianos fraternizan, se canta la pasión y después se cena. Este solo cuadro de costumbres, podría llenar un libro.

¡Lástima que no haya llegado el estudiante para solemnizar debidamente toda la Noche-Buena! Porque ésta tiene en la aldea varias peripecias. Después del placer de preparar la cena y del de tragarla, falta el de la llegada de los marzantes, por los cuales ha preguntado ya muchas veces el vapuleado chicuelo, á quien, la verdad sea dicha, preocupan todavía más que la tardanza de su hermano.

Después hablaremos... acuéstate. ¡Mi brillante! Bueno, veremos si es posible... acuéstate. Dámelo! La bola montó de nuevo a la garganta. Kassim volvió a trabajar en su solitario. Como sus manos tenían una seguridad matemática, faltaban pocas horas ya. María se levantó para comer, y Kassim tuvo la solicitud de siempre con ella. Al final de la cena su mujer lo miró de frente.

Y doña Manuela dijo esto con el mismo énfasis que si fuese la viuda de un hombre eminentísimo. Juan había vuelto con el cambio del billete en monedas de plata, y su presencia hizo variar la conversación. Doña Manuela habló de la cena que aquella noche daba en su casa.

Una noche, al principio de la cena, comenzó a desvanecerse con mil mentiras, de que el embajador se enfadó mucho; y no pudiéndolo sufrir, me dijo en español, que el otro no entendía: "Mucho me cansa este loco."

Lord Gray nos obsequió en su casa con una espléndida cena; sacamos luego el libro de las cuarenta hojas y con sus textos pasamos febrilmente entretenidos la noche.

¿Y vas a consentir que esa... ¡Silencio! exclamó el mayorazgo con energía, llevando el dedo a los labios. Haz inmediatamente lo que te mando. El viejo se alejó gruñendo. Al instante se presentó la doncella. Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la señora que está abajo, y que haga todo lo que sepa.

Siguieron los gitanos devorando su potaje, y Salvatierra sacó de un bolsillo el pobre envoltorio de su cena, después de rehusar dulcemente los ofrecimientos que le hacían de todos lados.

Palabra del Dia

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