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Y en el punto en que salió Sol, y con rapidez tal que pareció a todos cosa artística, tomó el ramo Pedro Real, lo deshizo de modo que las camelias cayeron al suelo, casi a los pies de Sol, y dijo, como si no quisiera ser oído más que del amigo que tenía al lado: «Puesto que no es de quien debe ser, que no sea de nadie». Y como la fantasía que la hermosura de Sol arrancó a Keleffy era ya a manera de leyenda en la ciudad, Pedro Real, con tacto y profundidad mayores de los que pudieran suponérsele, compró, para que nadie volviese a tocar en él, el piano en que habían tocado aquella noche Sol y Keleffy.

Qué importa morir, si solo, He vivido en este mundo, Donde corre un aire inmundo Que no puedo respirar: Si mis lágrimas cayeron Confundidas en el cieno, Sin bañar el tibio seno Del amor á la amistad!

No es del caso historiar aquí esta tremenda revolución que, como es sabido, puso en grave peligro al gobierno colonial. Poquísimo faltó para que entonces hubiese quedado realizada la obra de la Independencia. El 6 de abril, viernes de Dolores del año 1781, cayeron prisioneros el Inca y sus principales vasallos, con los que se ejercieron los más bárbaros horrores.

Siete u ocho antropófagos cayeron; pero los otros se arrojaron al agua, y agarrando a los chinos por las trenzas y por los pies, los sacaron a tierra. Por algunos instantes se oyeron los desesperados gritos de los amarillos, que a poco fueron sofocados por el espantoso vocerío de los salvajes.

Pero Edwin se había inclinado sobre él, tomándole con sus dedos, y lo elevó hasta el mismo bolsillo donde estaba oculta Popito. Al hacer este movimiento cayeron de su pecho muchas flechas que habían quedado medio clavadas en el paño de la chaqueta.

En lo mas encarnizado de la pelea, y cuando el triunfo estaba aun indeciso, el escuadron de Pao se pasó á los realistas dándoles la victoria. Casi todos los soldados de Venezuela que habian tomado parte en la accion cayeron en el campo de batalla; y, con los pocos que se quedaban, Ustáriz se refugió en Valencia.

Murió en el año de 1613, sin haber dado á la estampa sus tragedias, por cuya razón desapareció una de ellas, y cayeron las otras dos en olvido hasta hace poco, en que salieron de nuevo á luz .

Sus brazos cayeron á lo largo del cuerpo como muertos, y su abanico palpitó entre sus dedos como una mariposa herida. Jacobo se aproximaba con la mirada dura é imperiosa. Atravesó los grupos y aproximándose á ella logró aislarla entre mis Harvey y él.

Pues, ahora mismo estaba yo quitando los cabos de los candeleros del Carmen, junto al crucero, cuando sonó por arriba, muy arribota, un ruido como si crujiera una piedra al partirse, y cayeron tres o cuatro pedazos mayores que manzanas.

Un suceso vino a turbar en cierto modo la vida de la familia Belinchón. Gonzalo fué nombrado inopinadamente alcalde de Sarrió, por mediación del duque de Tornos. Su primera idea fué rechazar aquel nombramiento, presentar alguna excusa; pero cayeron sobre él don Rosendo y todos sus amigos, poniendo tanto empeño y calor en que aceptase, que no tuvo más remedio que hacerlo.