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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Dícese que el arma de que usó fué una bayoneta, y que los muertos no pasaron de tres; Quiroga, empero, hablaba siempre del macho de los grillos y de catorce muertos.

Este camino consta de una montaña como de catorce leguas de largo, principia en el rio de Anquechilla, en donde tenemos nuestra continua centinela para los indios, y termina en Guequeciona: de ahí hasta el rio Bueno no se ofrece montaña ni loma, y arroyos pequeños. De Anquechilla al rio Bueno, se regulan seis dias de camino.

¡Qué par de tórtolos! dijo . Te aseguro que me das envidia. Y Currita, con patética entonación, contestó desde la puerta: Verdaderamente que es un don del cielo no haber tenido en catorce años de matrimonio un solo disgusto. Fernandito acababa de llegar, y a la verdad que no eran sus trazas de haber estado rezando el rosario.

¿Si será por lo mismo que a me preocupa? ¿Qué es? Si esa chica... Si aquella vergüenza... ¡Eso! ¿Te acuerdas de la carta del aya? Como que yo la conservo. Tenía la chiquilla doce o catorce años, ¿verdad? Algo menos, pero peor todavía. Y crees... que... ¡Bah! Pues claro. ¿Si será una Obdulita?

El calavera doméstico admite diferentes grados de civilización, y su cuna, su edad, su profesión, su dinero le subdividen después en diversas castas. Las principales son las siguientes: El calavera lampiño tiene catorce o quince años, lo más diez y ocho.

No había un país que dejase de alabar la paz, pero esta paz debía hacerse de acuerdo con sus gustos y ambiciones. Todos querían que las cosas fuesen no como deben ser, sino con arreglo á sus conveniencias. Y los catorce artículos ó puntos se vieron retorcidos y desfigurados de tal modo, que acabaron por convertirse prácticamente en otras tantas calamidades.

Su exterior y sus palabras estaban en armonía con las de casi todos los jóvenes del día; díjome que era verdad que no tenía sino catorce años: pero que él conocía el mundo y el corazón humano, comme ma poche; que todas las mujeres eran iguales, que estaba muy escarmentado, y que a él no le engañaba nadie; que Voltaire era mucho hombre, y que con nada se había reído más que con el compère Mathieu, porque su papá, deseoso de su ilustración, le dejaba leer cuanto libro en sus manos caía.

Los días de fiesta, el hombre se ponía el frac, un mandil y una porción de placas y triángulos, se marchaba a la logia y volvía perfectamente borracho. En la casa todo el mundo le admiraba, y el buen señor, que era muy ingenuo, me decía: Mi padre me hizo ingresar en la logia a los catorce años; tengo sesenta y cinco y he llegado al último grado.

El Visorrey, vista la orden de S. M., avisó al Maestre para que toviese en orden las galeras y gente que había de servir en la jornada, y por su parte entendió en buscar dinero para las provisiones que eran menester, y para pagar los soldados españoles de la isla, que se les debían catorce pagas, y para hacer de nuevo gente envió á Caldes, caballero de la Orden de Santiago, á Nápoles, á demandar la gente y artillería que le habían de dar.

Hoy hace catorce años que tuve la suerte de casarme con un hombre cuyo corazón es el de un ángel. Siempre me figuré que era generoso y caballero, pero ignoraba que estas condiciones llegaran a la perfección. Solamente vive para y para sus hijos, aunque algo inquieto por las dificultades que le ofrece nuestra escasa fortuna para sostener una familia tan numerosa.

Palabra del Dia

hociquea

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