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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Está situada contra el muro del norte, y es la tercera á la izquierda entrando por la puerta de las Palmas. Se ignora en qué época fué fundada . A esta humilde capilla se refugiaron en 1842, mediante la buena obra de un prebendado piadoso, las devotas imágenes que habian estado en las calles siglos enteros atestiguando como pública profesion de el antiguo catolicismo de Córdoba.

Yo, además, que soy padre intendente, habilitado por la Junta Suprema de Vitoria, en nombre de Su Majestad el Emperador Carlos V, y el padre administrador de correos que está ahí aguardando el correo de Madrid, para despacharlo a su modo, y el padre capitán del resguardo, y el padre gobierno que está allí durmiendo en aquel rincón, por quitarnos de quebraderos de cabeza con la Francia, quedamos fiadores de la conducta de catolicismo de ustedes; y como no somos capaces de robar a nadie, tome usted, señor Fernández, sus tres mil reales en esas doce onzas de oro, que es la cuenta cabal: y se las dio el padre efectivamente.

Estos dos problemas venían preocupando al ser humano desde que, salido de la barbarie prehistórica, con una casa que le pusiera al abrigo de las fieras, un vestido que le librase del frío y la tierra cultivada asegurando su nutrición, pudo desarrollar la más tardía de sus facultades: el pensamiento. Su fe en el catolicismo como religión única desapareció completamente.

Ese es un hecho que contrasta singularmente con las tradiciones del catolicismo español y con la pompa religiosa de las catedrales de España. La España religiosa no está en Madrid: es preciso buscarla en Toledo y Granada, en Sevilla y Valencia, en Barcelona, Burgos y León. Madrid es la imagen de la España política, mediocre, artificial y contradictoria.

Interviene en el traje, declarando cuál es el porte honesto y cristiano y cuáles las galas escandalosas; da reglas para las secretas expansiones en el lecho matrimonial, y hasta se introduce en la cocina, creando un arte culinario del catolicismo, que reglamenta lo que se debe comer, lo que no debe mezclarse, y anatematiza ciertos manjares que, siendo buenos el resto del año, resultan el más horrendo de los sacrilegios en determinados días.

Y la idea de la muerte, eterna, inexorable, domina en estos pueblos españoles, con sus novenas y sus tañidos fúnebres, con sus caserones destartalados y su ir y venir de devotas enlutadas. España es un país católico. El catolicismo ha conformado nuestro espíritu.

No desconozco lo que se ha dicho contra la certeza de las ciencias exactas, ni las dificultades que se ofrecen cuando se las llama al tribunal de la metafísica: en el tomo 1.° del Protestantismo comparado con el Catolicismo, tengo dedicado un capítulo á lo que llamo instinto de fe, y en él me hago cargo de que este instinto ejerce tambien su influencia en las ciencias exactas.

A medida que se aumentaban los medios de que disponía el catolicismo para exponer á la contemplación externa el fondo de la religión cristiana, y crecía su poder é importancia, influía también más poderosamente en la imaginación.

Todas las grandezas del catolicismo toman aquí las formas más brillantes; se revisten del mágico color de una fantasía tan inagotable como fecunda, y respiran los afectos más dignos y más nobles.

Las máquinas, los descubrimientos de las ciencias positivas, todo lo que no se relacionaba con la divinidad y la vida futura, eran bagatelas para entretener a gentes locas y sin fe. Y el antiguo seminarista, que despreciaba el progreso humano desde niño, como una ridícula mentira, quedó estupefacto viendo con qué solemnidad hablaba de él el catolicismo francés.

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