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Actualizado: 26 de junio de 2025
En ella tambien fué reducido en 1720 á cenizas frai José Diaz Pimienta, i en otros autos hechos en la misma ciudad i en el mismo siglo fueron quemados los huesos de don Diego de Avila, natural de Málaga, vecino i administrador general de rentas reales de Carmona, don Diego de Espinosa, natural de Alhama, vecino de Cádiz, i guarda mayor de millones en ella, Francisco Diaz de Espinosa, natural tambien de Alhama, i vecino i administrador de rentas en Cádiz, con los huesos ó las personas de muchos infelices presos i castigados por judaizantes.
Otros las componen tan sin mirar lo que hacen, que después de representadas tienen necesidad los recitantes de huirse y ausentarse, temerosos de ser castigados, como lo han sido muchas veces, por haber representado cosas en perjuicio de algunos reyes y en deshonra de algunos linajes.
Como en todos tiempos ha sido tan frecuente entre estos naturales el azotarlos, tienen tan perdido el horror a los azotes, tanto los que castigan como los que son castigados, o los que los ven, que ninguna moción les causa el azotar, ser azotados o verlo ejecutar; y así castigan con la mayor inhumanidad a las criaturas en todas las ocupaciones a que los destinan, acostumbrándolos de este modo a sufrir con la mayor indiferencia los azotes, en cualesquiera tiempo o edad.
Y hubo parecer entre ellos de que a todos nos arrojasen a la mar envueltos en una vela, porque tenían intención de tratar en algunos puertos de España con nombre de que eran bretones, y si nos llevaban vivos, serían castigados, siendo descubierto su hurto.
Amotináronse los cristianos viejos contra los judíos conversos, prendiéronse á varios, de estos, hiciéronse algunos autos de fe donde salieron á ser quemados vivos los muchos cómplices que hubo en la muerte del Santo inquisidor. I con las riquezas confiscadas á los castigados aumentóse nuevamente el real erario.
Pero, como usasen mal de esta licencia, en tiempos de Tiberio César salieron espulsados de la ciudad, i de ellos levantaron los cónsules cuatro mil soldados para enviar á Cerdeña. I los que por su religion ó por otras causas se negaron á entrar en la milicia, contradiciendo las órdenes rigorosas del emperador, fueron castigados con la muerte.
5 en azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos; 9 como ignorados, pero conocidos; como muriendo, mas he aquí vivimos; como castigados, pero no mortificados; 10 como doloridos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como los que no tienen nada, mas que lo poseen todo.
Añadiendo que desde ahora contradice una y muchas veces el que los españoles, que hubiesen de entrar á abrir el camino y poblar la ciudad de Osorno, hagan á los indios el mas leve daño, ni les tomen cosa ninguna de sus bienes, haciendas, ganados ni frutos, sin que primero se les pague, y dé satisfaccion equivalente: procurando que las compras y rescates sean á su voluntad y entera libertad; y pide que sean castigados aquellos que les hicieren mal tratamiento ó daño, como expresamente lo previene la ley 8.ª del antedicho título y libro de las Recopiladas de estos reinos.
Todo testimonio, incluyendo el de los criminales, niños y aun idiotas, era válido contra la persona acusada, mientras sólo era oído en su favor el de los insospechables; todos los procedimientos eran estrictamente secretos; los falsos informes eran rara vez castigados, y el principio general era que todo acusado debía ser de alguna manera culpable, siendo la inquisición, como el papa, infalible.
"Ilustres mis Señores Luteranos, Venid, porque os estamos esperando, Que queremos serviros como á hermanos, Vuestras cosas contino sustentando." Estas cartas vinieron á las manos De la justicia, el caso procurando; Los indios que hallaron ser culpados, Publicamente fueron castigados.
Palabra del Dia
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