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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


El oficial le respondió: -Señor, este caballero que aquí está -y enseñóle a un hombre de muy buen talle y parecer y de alguna gravedad- ha traducido un libro toscano en nuestra lengua castellana, y estoyle yo componiendo, para darle a la estampa. ¿Qué título tiene el libro? -preguntó don Quijote. -A lo que el autor respondió: -Señor, el libro, en toscano, se llama Le bagatele.

Cuando la Castellana vuelva a ser lo que antes, el paseo más concurrido de Madrid, confiamos en que se repetirá este fenómeno consolador hijo de una noble altivez, sin la cual no es posible el refinamiento de las costumbres ni el progreso de los pueblos. Aunque solitario, o porque lo esté quizá, el paseo no deja de ofrecer atractivos, sobre todo para los melancólicos.

Estos franceses murmuró doña Brianda, con la severidad de una dueña, más que galantes, parecen deschabetados. El hecho es dijo don Fernando a Pablo, como para cortar la conversación, que nos encontramos muy bien en tu casa y que gozaremos algún tiempo de tu castellana hospitalidad.

-Todos esos tres libros -dijo el cura- son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.

La artista le escuchaba sonriendo, con los ojos cerrados, reclinada en el fondo del carruaje, con un gesto de placer, como si paladease con fruición aquel fuego de amor que aún ardía en Rafael y que era su venganza. Los caballos marchaban al paso por la Castellana.

Particularmente cuando se presentó Cirilo su confusión fue tan grande que Clara, advirtiéndola, se apresuró a sacarla de la estancia y llevarla a su gabinete y allí la dejó entretenida con el niño. Se pasó recado al hotel de la Castellana para que enviasen el coche con el equipaje y, después que hubieron comido, las tres mujeres se dirigieron a la estación.

De resto, la ciudad cuenta importantes institutos de instrucción y beneficencia, y se echa de ver que el espíritu moderno va poco á poco penetrando al corazon de la antigua corte castellana. Su movimiento comercial es ya considerable, gracias al canal de Castilla y las demas nuevas vias de comunicación.

Curiosidades de la ciudad. Habíamos andado hasta cerca de Santa-Elena, 210 kilómetros desde Madrid, y nos faltaban 218 para completar los 428 de la distancia entre Granada y Madrid. Pero ¡qué diferencia en el aspecto de las dos comarcas! Atras quedaba la raza goda, la sociedad castellana, genúina representante da la vieja España.

Entiendo yo, señores, por todo lo expuesto, y por la atenta lectura de los libros de la Santa, y singularmente de El Castillo interior, que el hechizo de su estilo es pasmoso, y que sus obras, aun miradas sólo como dechado y modelo de lengua castellana, de naturalidad y gracia en el decir, debieran andar en manos de todos y ser más leídas de lo que son en nuestros tiempos.

En Filipinas, donde no se conoce esa monstruosidad del corazón, tampoco se conoce el que un ser quede abandonado en el mundo. Hasay fué recogida por unas vecinas de su madre, y aunque con trabajos, llegó á los seis años, en que una casualidad hizo la conociese Doña Luisa, excelente y buenísima mujer, que en los veinticinco años que llevaba de país, no había olvidado la hidalguía castellana.

Palabra del Dia

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