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Actualizado: 29 de noviembre de 2025
Entretanto, muy conmovido, muy turbado, el abate Constantín introducía en el presbiterio a la nueva castellana de Longueval. En verdad, no era un palacio el presbiterio de Longueval.
Las horas anteriores a la partida, transcurridas en el hotelito de su cuñado, allá en lo alto de la Castellana, se le aparecían ahora como un tormento de la intimidad familiar.
La bella castellana, de tez pálida y fina, cejas arqueadas, ojos severos y andar aristocrático, sacude el abanico con una gracia inimitable, y lleva la mantilla medio caida con la majestad que una reina su manto.
No debemos pasar en silencio sus graciosas descripciones de fiestas y rústicos juegos, y los cantos interpolados en ellos á menudo, que pertenecen á lo mejor de su especie que existe en la poesía castellana.
Si los griegos consideraban al ritmo yámbico como al que más se acercaba á la conversación ordinaria, y como la medida más adecuada á la representación de una fábula , lo cual es también aplicable á casi todas las lenguas modernas, en la castellana concurría además otra razón importante.
Entre los paseos de Madrid, intramuros, su renombradísimo Prado, su inmensa calle de Alcalá, cubierta de alamedas en gran parte, y su laberinto y parque de la Fuente Castellana, tienen sin disputa la preeminencia; sin contar los hermosos jardines Botánico y del Retiro.
Alza la frente que abatió la pena; Sacude el huracán de tu melena; Llene el viento el clangor de tus rugidos... Despierta, hermosa leona castellana, Que tus huestes tocando están a diana, Con los aceros hacia a tí rendidos.
Los señores de Argicourt entran a su vez seguidos de Eva, que abraza valientemente a la tía Liette. Señorita dice la joven castellana, mientras su marido estrecha una vez más la mano de Carlos, tendríamos mucho gusto en ver a ustedes en Argicourt antes de que se vaya el capitán. Estaremos en toda intimidad; una comida de familia.
Así, aun cuando haya de sufrir algun tanto el habla castellana, y el lector se fatigue un poco en descifrar enigmas, tendrá una idea del fondo y de la forma del sistema; lo cual no se lograria, si queriendo extractarle, le despojásemos de su extravagante originalidad, que si cabe, resalta todavía mas en la forma que en el fondo.
En esta parte diremos de buena fe, lo que ponía Iriarte irónicamente en boca de uno que estropeaba la lengua de Garcilaso: «Que si él habla la lengua castellana, Yo hablo la lengua que me da la gana.» Pasando por alto este inconveniente, el álbum es un enorme libro, en cuya forma es esencial condición que se observe la del papel de música.
Palabra del Dia
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