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Actualizado: 8 de junio de 2025


Lo cierto es que si no eran fundadas mis sospechas, debían de serlo. Cuando menos lo esperaba, me dijo el Cura al despedirse de en el estragal de la casona, cerca ya de la hora de comer: Mañana, si Dios quiere, y a caballo los dos.

Porque con la presencia continua de unas mujeres tan animosas y alegres como aquellas dos, más el trajín en que anduvieron empeñadas y el entrar y salir de tantas y tan distintas gentes en los últimos días, no había podido conocer yo en su verdadera magnitud el vacío que dejaba en la casona la muerte de su venerable habitador y dueño, que, vivo, la llenaba toda, y era además el lazo que me amarraba a ella con la fuerza de mi compromiso, fundado principalmente en la consideración de lo que él estimaba el regalo de mi compañía.

Resuenan en el ancho zaguán los golpes del Caballero. Ante la puerta hostil y cerrada se levanta, como un oleaje, el vocerío de la hueste mendicante y los viejos criados despedidos de la casona. ¡Abran a su padre! ¡Abran a su padre! ¡Derribad la puerta! ¡Mis verdaderos hijos sois vosotros! ¡Tengan caridad para su padre! ¡Caridad y respeto! ¡Caridad y respeto! ¡Eso lo da sólo el amor!

Todo el interés de este juego dependía del calor con que le tomara Chisco. Pito Salces era un brasero que se consumía por Tona: eso saltaba a la vista; y como también era medio pieza doméstica en la casona de mi tío, amén de noblote de alma y muy arrimado al trabajo, a poco que Tona hiciera por , el resultado no era dudoso. Facia. ¡Esta que me daba que pensar cuanto más reparaba en ella!

Salvador participaba en la casona de la aversión que allí sentían por la niña de Luzmela; no en vano era otro heredero de don Manuel de la Torre.

En la casona, enero reinaba exterminador, silbando por las innúmeras rendijas de las ventanas; y en la cocina, enorme y abandonada, entraba por la bocaza bruna de la chimenea y se complacía en apagar el rescoldo mezquino del llar, casi cegado por un montón de helada ceniza. Ya en aquel fogón descascarado no se guisaba en profundas cacerolas ni se trasteaba en continuo ajetreo.

»Pues bueno, y para fin y remate del camino que traigo y ya me cansa: creo que si te animaras y me dieras el regalo de tu compañía en esta casona, el vocear de la tierra me sería más llevadero.

Y Carmen, en medio de sus angustias, fué hábil y prudente para mentir poco y disculpar a la gente de la casona, viniendo a declarar, en suma, que era su voluntad seguir viviendo con aquella familia.

El mismo Satanás, puesto a discurrir un conflicto para la casona, no le hubiera hilado tan bien como lo estaba el que yo temía para aquella noche, si las amenazas del baratijero se realizaban, o no venía a impedirlo y arreglarlo todo el deus ex machina de la nieve, en la dosis en que me la había pronosticado Neluco.

Detrás de don Recaredo llegaron de un golpe, por haberse juntado unos en el camino y todos a la puerta de la casona, hasta cinco pudientes, más o menos ligados a ella por parentesco lejano o amistad antigua, de las orillas del Nansa, aguas arriba y aguas abajo.

Palabra del Dia

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