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Actualizado: 16 de noviembre de 2025
Era un insocial: se ahogaba dentro de la villa, le repugnaban las calles con sus aglomeraciones de personas marchando en la misma dirección. Acabó casándose con la hija de una trapera, y abandonó su oficio para abrazar el de su mujer. Pero apenas si fue con el carro a Madrid.
Su ilusión era ser como aquellos tíos, dirigir un carro, cargarlo, descargarlo, y se imaginaba uno tan grande, tan grande que cupieran en él todos los muebles de Palacio. En su delirio de imitación, ejercitando el espíritu y los músculos, se entretenía horas enteras en dar a su pensamiento el mayor grado de realidad posible.
Unos iban al río y con los calzones remangados entraban en él y pescaban con atarraya ó con caña las sabrosas truchas salmonadas, las anguilas y lampreas; otros sacudían los castaños y amontonaban los erizos en un cerco hecho de piedra para que allí se pudran y dejen suelto el fruto; otros aguijaban los bueyes delante del carro; otros fabricaban madreñas debajo de un hórreo.
Está situada debajo del tópico de Capricornio, donde el sol está altísimo. Vi el Carro en ella, ó la Ursa Mayor, cuya constelacion habiamos perdido de vista cuando navegamos cerca de la isla de Santiago y Cabo Verde .
¿Pero y la señora Marquesa cómo no nos advirtió?... Pues si dice que le llamaba a usted a voces y que usted no hacía caso, y que ella le decía que ya había salido el carro.... Y Pepe se reía a carcajadas.
En 12 de Junio á Diego de Berrio, sastre, 5625 mrs. por la mitad del carro del Convite de Abrahan. Al mismo 12375 mrs. por la mitad de 66 ducados que con él se concertaron por dos carros el uno del rey Agabaro y el otro El Bautismo de San Juan. A Cristóbal de la Cruz, zapatero, 3612 mrs. por las danzas de las Ninfas y del Loco.
En una escaramuza va Minerva guiando el carro de pelear del griego, y Apolo viene contra ella, guiando el carro troyano. Otra vez, cuando por engaño de Minerva dispara Pandaro su arco contra Menelao, la flecha terrible le entró poco a Menelao en la carne, porque Minerva la apartó al caer, como cuando una madre le espanta a su hijo de la cara una mosca.
No, no; una parálisis no deja a un hombre firme sobre las piernas, como un caballo entre las varas de un carro, ni le dejaría luego marcharse, así que se le pudiera decir «¡arre!» Pero quizá hubiera algo así como que el alma del hombre, que se librara del cuerpo, saliera y entrara, lo mismo que un pájaro que sale y vuelve a su nido.
Como me gusta ver el paisaje y hacer ejercicio, y como me dijeron que adelante, siempre adelante, eché a andar, mandando mi equipaje en un carro. Ya ve usted cómo me perdí... pero no hay mal que por bien no venga... le he conocido a usted y seremos amigos, quizás muy amigos.... Vaya, adiós; a casa pronto, que el fresco de Setiembre no es bueno. Esta señora Nela tendrá la bondad de acompañarme.
Juzga el año terrible, el cruento 93, como juzgaba San Germán las proscripciones de Sila y las matanzas de Nerón. Con escéptica mirada ha presenciado el desfile de los asesinos, de los septembristas, y de los guillotinadores, primero en carro y luego en carreta.
Palabra del Dia
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