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Actualizado: 19 de julio de 2025
Desde sus primeros años, don Fabricio había dado pruebas de un carácter indomable, su bolsillo fué siempre un pozo sin fondo, y no era secreto para nadie que sus locuras habían conducido a su madre a un sepulcro prematuro. Los ojos del Cardenal se empañaron de lágrimas y durante largo tiempo estuvo pensando a quién nombrar heredero.
De modo que el joyero Simoun que pasaba por indio inglés, portugués, americano, mulato, el Cardenal Moreno, la Eminencia Negra, el espíritu malo del Capitan General como le llamaban muchos, no era otro que el misterioso desconocido cuya aparicion y desaparicion coincidían con la muerte del heredero de aquellos terrenos.
Felipe II había sometido á su cetro á Portugal, después de la muerte del cardenal Enrique; pero D. Antonio, prior de Ocrato, y uno de los pretendientes al trono de Portugal, había sabido captarse la protección de Francia é Inglaterra y encontrado en las Azores numerosos y resueltos partidarios.
El pintor D. Antonio Palomino, natural de Córdoba, ejecutó los lienzos de la Asuncion y de los mártires del retablo de la capilla mayor, y los de la sacristía que hizo el cardenal Salazar. Empezó en Córdoba, y los acabó en Madrid. En este año se empezó la custodia nueva para esponer el Santísimo en las octavas del Corpus y Concepcion.
Después... ¡ya soy arzobispo!, ¡ya soy cardenal!, ¡ya no puedo llegar a más! ¿Y qué? La felicidad siempre marcha delante de nosotros, como la nube de luz que guiaba a los israelitas. La vemos, casi la tocamos, pero no se deja coger. Me siento ahora más infeliz que en la época en que luchaba por ser algo y me creía el más desgraciado de los hombres.
Este poeta dramático estuvo al servicio del cardenal Don Fernando de Austria, y vivió en Bruselas en el año de 1640. Felipe Bernardo del Castillo, muerto en 1632, famoso por sus autos. Juan de la Porta Cortés, presbítero y notario apostólico. Juan Antonio de la Peña .
Es, ciertamente, un contratiempo que Mabel haya desaparecido, por su propia voluntad, de esta manera, justamente cuando habíamos conseguido conocer con exactitud el secreto del Cardenal, origen de la fortuna de Blair. Recuerda todo lo que tenemos en juego y arriesgamos. No conocemos quiénes son nuestros amigos o nuestros enemigos.
Consistirá en suma, en nuestra general decadencia; en que así como ahora no hay Grandes capitanes como Gonzalo de Córdoba; ni pasmosos marinos, como el marqués de Santa Cruz; ni egregios políticos, como el Cardenal Cisneros, tampoco hay novelistas como Cervantes.
Flavia lanzó un ligero grito y se apartó de mí rápidamente. La frase que mis labios habían comenzado quedó interrumpida. Sarto, pues era él, se inclinó profundamente, grave y sombrío. Perdonad, señor dijo, pero Su Eminencia el cardenal espera hace un cuarto de hora, deseoso de ofrecer sus respetos a Vuestra Majestad antes de partir. No es mi voluntad hacer esperar a Su Eminencia repuse.
No distinguí la brillante concurrencia que llenaba el templo, y apenas vi al venerable cardenal cuando dejó su solio para recibirme. Y al verme, sus mejillas palidecieron de repente y el casco se le escapó de las manos y cayó ruidosamente al suelo. Era indudable que hasta aquel momento no había creído en la presencia del Rey en Estrelsau. No recuerdo cosa alguna de lo que sucedió después.
Palabra del Dia
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